Si eres mujer y vas a empezar a leer este pequeño relato, me gustaría hacerte una pequeña petición: si hoy no tienes muchas ganas de sexo, ni de tocarte, deja esta lectura para otra ocasión, para cuando te notes realmente encendida. Sin embargo, si estás caliente ya antes de leerlo, toma tu dildo (seguro que tienes uno o varios), bájate las bragas (si aún las llevas puestas), mételo en tu coño y juega con él mientras lees el relato. Sé que es breve, pero puedes leerlo varias veces sin dejar de penetrarte, sintiendo tu juguete bien dentro de ti, apretándolo y agitándolo hasta que te corras. ¿Le darás esa satisfacción a este humilde escritor? Gracias.
PILLADA MASTURBÁNDOSE
Llego
a casa antes de lo esperado y la sorprendo: está desnuda en la cama,
abierta entera de piernas, con su dildo grueso e interminable de
color azul metido hasta el fondo del coño, un coño mojado del que
rebosa flujo blanco que fluye por la cara interna de los muslos. La
habitación huele a sexo, un olor fuerte e intenso. La sábana morada
está empapada: sobre ella ha debido de caer una verdadera lluvia a
chorros procedente de esa raja vaginal que sigue siendo penetrada de
forma incansable. Se oye la vibración del juguete que se pierde
dentro de ese cuerpo excitado y caliente. Cada vez vibra más, cada
vez entra más enérgico.
Por
el ano asoma el mango rosa de su otro dildo, que ha quedado clavado
dentro y permanece inmóvil haciendo su efecto, aumentando el gozo.
Me deleito en silencio contemplando el espectáculo, que me tiene
empalmado por completo. Ella ya me ha visto pero prosigue su trabajo,
desenfrenada e inmersa en su propio juego. Los suspiros y gemidos
retumban por la habitación. Está a punto de correrse, la conozco de
sobra. Niego con la cabeza para que no lo haga todavía. Deseo que
aguante un poco más, que siga disfrutando y que me haga disfrutar
también a mí. Deja los dos dildos enterrados en sus respectivos
agujeros y conduce las manos hacia los pechos, duros y con los
oscuros pezones enhiestos. Los masajea haciendo círculos, los
fricciona y los aprieta con ansias. No aguanta mucho más y su mano
derecha vuelve a apoderarse del juguete que, cual experimentado
conquistador, invade el coño. Rompo el silencio y le pido que se
corra, que estalle y explote de placer. Le marco el ritmo para ello:
“despacio, suave, un poco más rápido; frena, vuelve a acelerar,
no tan deprisa: así, excelente, muy bien; sigue más, sabes hacerlo
perfecto, eso es; más, más rápido; ahora suaviza, así me gusta,
muy bien; quiero que aumentes la velocidad y la fuerza, vamos, más,
más, aprieta ese dildo, fóllate, acelera, acelera, aceleraaaa....ya
hasta el final; ¡mira cómo estás! ¡Vas a correrte, no aguantas más,
hazlo, vamos, más, más, fuerte, duro, duroooo...!”
Por
el esfuerzo, el dildo que le perfora el culo sale pringoso y brillante
del ano y queda sobre la cama, justo unos segundos antes de que un
interminable chorro salga disparado a toda presión del coño.
-
Desnúdate, te estaba esperando- me dice insaciable. Y yo la
obedezco.
Yo una vez también pillé a mi chico haciéndose una paja. Y como lo disfruté
ResponderEliminarEs que esas sorpresas se acaban disfrutando mucho.
EliminarEs que esas sorpresas se acaban disfrutando mucho.
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