14 de diciembre de 2015

PILLADA MASTURBÁNDOSE


Si eres mujer y vas a empezar a leer este pequeño relato, me gustaría hacerte una pequeña petición: si hoy no tienes muchas ganas de sexo, ni de tocarte, deja esta lectura para otra ocasión, para cuando te notes realmente encendida. Sin embargo, si estás caliente ya antes de leerlo, toma tu dildo (seguro que tienes uno o varios), bájate las bragas (si aún las llevas puestas), mételo en tu coño y juega con él mientras lees el relato. Sé que es breve, pero puedes leerlo varias veces sin dejar de penetrarte, sintiendo tu juguete bien dentro de ti, apretándolo y agitándolo hasta que te corras. ¿Le darás esa satisfacción a este humilde escritor? Gracias.


                                                       PILLADA MASTURBÁNDOSE

Llego a casa antes de lo esperado y la sorprendo: está desnuda en la cama, abierta entera de piernas, con su dildo grueso e interminable de color azul metido hasta el fondo del coño, un coño mojado del que rebosa flujo blanco que fluye por la cara interna de los muslos. La habitación huele a sexo, un olor fuerte e intenso. La sábana morada está empapada: sobre ella ha debido de caer una verdadera lluvia a chorros procedente de esa raja vaginal que sigue siendo penetrada de forma incansable. Se oye la vibración del juguete que se pierde dentro de ese cuerpo excitado y caliente. Cada vez vibra más, cada vez entra más enérgico.



Por el ano asoma el mango rosa de su otro dildo, que ha quedado clavado dentro y permanece inmóvil haciendo su efecto, aumentando el gozo. Me deleito en silencio contemplando el espectáculo, que me tiene empalmado por completo. Ella ya me ha visto pero prosigue su trabajo, desenfrenada e inmersa en su propio juego. Los suspiros y gemidos retumban por la habitación. Está a punto de correrse, la conozco de sobra. Niego con la cabeza para que no lo haga todavía. Deseo que aguante un poco más, que siga disfrutando y que me haga disfrutar también a mí. Deja los dos dildos enterrados en sus respectivos agujeros y conduce las manos hacia los pechos, duros y con los oscuros pezones enhiestos. Los masajea haciendo círculos, los fricciona y los aprieta con ansias. No aguanta mucho más y su mano derecha vuelve a apoderarse del juguete que, cual experimentado conquistador, invade el coño. Rompo el silencio y le pido que se corra, que estalle y explote de placer. Le marco el ritmo para ello: “despacio, suave, un poco más rápido; frena, vuelve a acelerar, no tan deprisa: así, excelente, muy bien; sigue más, sabes hacerlo perfecto, eso es; más, más rápido; ahora suaviza, así me gusta, muy bien; quiero que aumentes la velocidad y la fuerza, vamos, más, más, aprieta ese dildo, fóllate, acelera, acelera, aceleraaaa....ya hasta el final; ¡mira cómo estás! ¡Vas a correrte, no aguantas más, hazlo, vamos, más, más, fuerte, duro, duroooo...!”

Por el esfuerzo, el dildo que le perfora el culo sale pringoso y brillante del ano y queda sobre la cama, justo unos segundos antes de que un interminable chorro salga disparado a toda presión del coño.


- Desnúdate, te estaba esperando- me dice insaciable. Y yo la obedezco.

3 comentarios:

  1. Yo una vez también pillé a mi chico haciéndose una paja. Y como lo disfruté

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    1. Es que esas sorpresas se acaban disfrutando mucho.

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    2. Es que esas sorpresas se acaban disfrutando mucho.

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