Hay pasión en tus roces,
cuando tu piel a la mía pegas,
y ganas de sellar nuestras bocas
sin mentiras ni reproches.
Tus almendrados ojos me atrapan,
me seducen y deslumbran;
mis ansiosos labios resbalan
y todos tus sentidos nublan.
Se deslizan por tu piel sedosa,
suave desnuda, pecaminosa
y tú, siempre bondadosa,
me entregas tu cuerpo de diosa.
De latina Venus, de griega Afrodita,
así parecen tus senos;
veloz mi lengua se precipita
hacia tus ardientes terrenos.
Y se pierde entre tus piernas
y allí juega con esmero:
de puro placer suspiras,
cuando hasta el fondo penetro.
Pruebo el intenso licor
que tu sexo ya derrama;
sorbo a sorbo y con vigor
hasta que empapas la cama.
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