Agarré
con fuerza las dos nalgas de Luvy y tiré de la piel. Usando mis
dedos como si fueran pinzas, atrapé la carne del culo y jugué con
ella. Con todas mis ganas pellizqué una y otra vez los glúteos de
la chica, cuyos gritos inundaban ya la habitación. El trasero de la
joven se iba enrojeciendo con el paso de los segundos, conforme mis
dedos seguían haciendo su trabajo. Fue entonces cuando decidí darle
una vuelta de tuerca a la situación: con la mano izquierda me
apoderé del cabello de Luvy por la parte de atrás de su cabeza y
con la palma abierta de mi mano derecha azoté el culo de la chica de
forma seca y contundente. El sonido del golpeo de mi mano se mezcló
con el de los gemidos de Luvy y lo continuó haciendo con cada uno de
los violentos impactos posteriores. Ahora sí, las nalgas de la joven
comenzaban a adquirir un tono completamente rojo debido a mis azotes.
Restregué la punta de mi verga por toda la raja del culo de arriba a
abajo y luego en sentido contrario, detuve mi polla junto a la
entrada del ano y, a la vez que mi mano chocaba una vez más con la
nalga derecha de la chica, empujé con la cadera y con la cintura
hasta enterrar la polla vehementemente en el ano. El grito que soltó
la joven fue desgarrador y lo volvió a repetir cuando saqué casi en
su totalidad el pene de dentro y lo incrusté de nuevo en el culo con
toda mi energía.
Con
un ritmo acompasado tiraba del pelo de Luvy, cacheteaba sus nalgas y
bombeaba con mi maciza polla en frenéticos movimientos de
penetración.
- Dime, ¿te gusta, puta? ¿Estás disfrutando de sentir cómo mi falo perfora sin piedad tu ano?- le pregunté, mientras la piel de mi cuerpo brillaba por el sudor.
Pero
Luvy no era capaz de responder: gemía como una loca, suspiraba,
gritaba con cada penetración....Los glúteos de la chica se
encontraban con un color tan intensamente rojo que opté por
considerar ya suficiente ese castigo. Dejé de golpear el trasero y
con la mano con la que lo había estado haciendo pasé a apoderarme
de los senos. Primero empecé a pellizcar el pezón de la teta
izquierda y a tirar con fuerza de él, sin dejar ni un instante de
follar el culo. Mis testículos se bamboleaban sin control alguno
ante las embestidas que yo llevaba a cabo contra el culo de Luvy.
Yo
era consciente de que aún aguantaría un poco más antes de correrme
por lo que continué cebándome con el culo de la joven.
- ¿Qué te ocurre? ¿No era esto lo que querías? Voy a hacer que te corras de una vez, que te mees de placer y te juro que no pararé hasta lograrlo y ver cómo inundas el suelo con el chorro de flujo que mane de tu coño- le indiqué.
Después
de manosear en varias ocasiones más ambas tetas, bajé la mano
buscando el sexo de la joven. Al fin lo palpé y lo observé con calma:
estaba ardiendo y palpitando. Restregué la mano por la raja vaginal
y percibí lo mojada y pringosa que estaba. Ya no esperé más: al
tiempo que con la mano izquierda tiraba de una forma descomunal del
cabello de la chica y que embestía de manera salvaje el coño con mi
polla, penetré el sexo con varios de mis dedos. Los metí, saqué y
volví a introducirlos de golpe, hasta el fondo. Repetí la acción
innumerables veces hasta que Luvy lanzó un grito extremo.
De
repente de su coño y, entre mis dedos, empezó a salir un imparable
chorro de líquido impactaba contra el suelo e iba formando un
charco. Luvy se estaba corriendo con un delicioso squirt. Le saqué
los dedos de dentro de su sexo y permití así que todo el líquido
cayera libremente. Mientras ocurría, yo aún seguía machacando el
ano de la chica pero comencé a notar que se acercaba el momento de
mi eyaculación.
- ¡Córrete de una vez! ¡Lléname el culo de leche! ¡Sacia la sed del ano de tu puta!- me gritó la chica, impaciente y deseosa de notar ya dentro de ella el calor del semen.
Apreté
los dientes, reuní las fuerzas que aún me quedaban y embestí con
vehemencia varias veces más contra el culo de la joven hasta que no
aguanté más y comencé a sentir cómo de la punta de mi polla
empezaba a salir el esperma.
- ¡Eso es! ¡Dámelo todo, lo quiero todo en mi culo hasta que rebose y chorree por mis muslos!- gritó Luvy en cuanto percibió las primeras gotas de semen.
Uno
tras otro fui descargando tres potentes chorros de leche, que el ano
de la chica se bebía sin problema alguno. Luego manaron de mi glande
goterones sueltos de esperma que mi todavía palpitante verga
arrojaba. Cuando finalicé de eyacular, saqué el falo de dentro de
Luvy e, inmediatamente, parte de la leche que yo había derramado
unos instantes antes comenzó a rezumar por el abierto y pringoso
orificio anal.
Suspiré
aliviado y relajado tras correrme y lo mismo hizo la joven, cuyos
gemidos se fueron apagando lentamente. Con las manos esparcí por las
nalgas y por el inicio de los muslos de la chica el semen que el ano
estaba expulsando y dejé toda esa parte de la piel completamente
húmeda y brillante, cubierta por una fina capa de esperma.
- Quiero que huelas entera a mí para que no olvides de quién eres la puta- le dije, a la vez que terminaba de restregarle mis manos por los glúteos.
Después
liberé a Luvy de las ataduras de los pies y de las manos y ella se
reincorporó. Se giró hacia mí y, deslizando las palmas de las
manos por mi torso hasta el vientre y posteriormente hasta mi
entrepierna, masajeó mis genitales y mi pene, acercó su boca a mi
oído derecho y me susurró:
-
Gracias por desvirgarle el culo a tu zorra.
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