22 de octubre de 2017

DOMADO POR UNA PUTA (7)

Agarré con fuerza las dos nalgas de Luvy y tiré de la piel. Usando mis dedos como si fueran pinzas, atrapé la carne del culo y jugué con ella. Con todas mis ganas pellizqué una y otra vez los glúteos de la chica, cuyos gritos inundaban ya la habitación. El trasero de la joven se iba enrojeciendo con el paso de los segundos, conforme mis dedos seguían haciendo su trabajo. Fue entonces cuando decidí darle una vuelta de tuerca a la situación: con la mano izquierda me apoderé del cabello de Luvy por la parte de atrás de su cabeza y con la palma abierta de mi mano derecha azoté el culo de la chica de forma seca y contundente. El sonido del golpeo de mi mano se mezcló con el de los gemidos de Luvy y lo continuó haciendo con cada uno de los violentos impactos posteriores. Ahora sí, las nalgas de la joven comenzaban a adquirir un tono completamente rojo debido a mis azotes. Restregué la punta de mi verga por toda la raja del culo de arriba a abajo y luego en sentido contrario, detuve mi polla junto a la entrada del ano y, a la vez que mi mano chocaba una vez más con la nalga derecha de la chica, empujé con la cadera y con la cintura hasta enterrar la polla vehementemente en el ano. El grito que soltó la joven fue desgarrador y lo volvió a repetir cuando saqué casi en su totalidad el pene de dentro y lo incrusté de nuevo en el culo con toda mi energía.

Con un ritmo acompasado tiraba del pelo de Luvy, cacheteaba sus nalgas y bombeaba con mi maciza polla en frenéticos movimientos de penetración.




  • Dime, ¿te gusta, puta? ¿Estás disfrutando de sentir cómo mi falo perfora sin piedad tu ano?- le pregunté, mientras la piel de mi cuerpo brillaba por el sudor.

Pero Luvy no era capaz de responder: gemía como una loca, suspiraba, gritaba con cada penetración....Los glúteos de la chica se encontraban con un color tan intensamente rojo que opté por considerar ya suficiente ese castigo. Dejé de golpear el trasero y con la mano con la que lo había estado haciendo pasé a apoderarme de los senos. Primero empecé a pellizcar el pezón de la teta izquierda y a tirar con fuerza de él, sin dejar ni un instante de follar el culo. Mis testículos se bamboleaban sin control alguno ante las embestidas que yo llevaba a cabo contra el culo de Luvy.

Yo era consciente de que aún aguantaría un poco más antes de correrme por lo que continué cebándome con el culo de la joven.

  • ¿Qué te ocurre? ¿No era esto lo que querías? Voy a hacer que te corras de una vez, que te mees de placer y te juro que no pararé hasta lograrlo y ver cómo inundas el suelo con el chorro de flujo que mane de tu coño- le indiqué.

Después de manosear en varias ocasiones más ambas tetas, bajé la mano buscando el sexo de la joven. Al fin lo palpé y lo observé con calma: estaba ardiendo y palpitando. Restregué la mano por la raja vaginal y percibí lo mojada y pringosa que estaba. Ya no esperé más: al tiempo que con la mano izquierda tiraba de una forma descomunal del cabello de la chica y que embestía de manera salvaje el coño con mi polla, penetré el sexo con varios de mis dedos. Los metí, saqué y volví a introducirlos de golpe, hasta el fondo. Repetí la acción innumerables veces hasta que Luvy lanzó un grito extremo.

De repente de su coño y, entre mis dedos, empezó a salir un imparable chorro de líquido impactaba contra el suelo e iba formando un charco. Luvy se estaba corriendo con un delicioso squirt. Le saqué los dedos de dentro de su sexo y permití así que todo el líquido cayera libremente. Mientras ocurría, yo aún seguía machacando el ano de la chica pero comencé a notar que se acercaba el momento de mi eyaculación.

  • ¡Córrete de una vez! ¡Lléname el culo de leche! ¡Sacia la sed del ano de tu puta!- me gritó la chica, impaciente y deseosa de notar ya dentro de ella el calor del semen.

Apreté los dientes, reuní las fuerzas que aún me quedaban y embestí con vehemencia varias veces más contra el culo de la joven hasta que no aguanté más y comencé a sentir cómo de la punta de mi polla empezaba a salir el esperma.

  • ¡Eso es! ¡Dámelo todo, lo quiero todo en mi culo hasta que rebose y chorree por mis muslos!- gritó Luvy en cuanto percibió las primeras gotas de semen.

Uno tras otro fui descargando tres potentes chorros de leche, que el ano de la chica se bebía sin problema alguno. Luego manaron de mi glande goterones sueltos de esperma que mi todavía palpitante verga arrojaba. Cuando finalicé de eyacular, saqué el falo de dentro de Luvy e, inmediatamente, parte de la leche que yo había derramado unos instantes antes comenzó a rezumar por el abierto y pringoso orificio anal.



Suspiré aliviado y relajado tras correrme y lo mismo hizo la joven, cuyos gemidos se fueron apagando lentamente. Con las manos esparcí por las nalgas y por el inicio de los muslos de la chica el semen que el ano estaba expulsando y dejé toda esa parte de la piel completamente húmeda y brillante, cubierta por una fina capa de esperma.




  • Quiero que huelas entera a mí para que no olvides de quién eres la puta- le dije, a la vez que terminaba de restregarle mis manos por los glúteos.

Después liberé a Luvy de las ataduras de los pies y de las manos y ella se reincorporó. Se giró hacia mí y, deslizando las palmas de las manos por mi torso hasta el vientre y posteriormente hasta mi entrepierna, masajeó mis genitales y mi pene, acercó su boca a mi oído derecho y me susurró:


- Gracias por desvirgarle el culo a tu zorra. 

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