Cuando
entramos en aquella sala y cerramos la puerta, me quedé asombrado:
la estancia era bastante espaciosa y estaba equipada con todo tipo de
artilugios. Había una cama amplia en una de las esquinas. Junto a
ella, una mesa sobre la que se encontraban perfectamente colocada una
serie de juguetes eróticos, todos ellos destinados para el sexo
anal: dildos, plugs, bolas chinas...Tampoco faltaba lubricante ni
varias cajas de preservativos. La variedad cromática de los juguetes
los hacía mucho más llamativos a la vista. Los había de
diferentes tamaños: desde los más pequeños y sencillos hasta los
más grandes, gruesos y sofisticados. Mi atención se fijó al
principio en estos objetos, pero pronto descubrí la joya de la corona
de la habitación: en el centro había una especie de mueble de
madera formado por una mesa y varias barras colocadas un poco por
delante de la mesa, a cada uno de los lados. En el suelo también se
apreciaba una tercera barra. Hasta que no advertí la presencia en
dichas barras de unas cuerdas y ataduras, no comprendí para qué
servía todo aquello: estaba destinado a atar allí a alguien de pies
y manos. Al mirar a Luvy, observé cómo la chica estaba pendiente
de mí, disfrutando de la cara de sorpresa que yo había puesto ante
la dotación existente en la sala.
- Es hora de que cumplas una de mis exigencias- me comentó, mientras se acercaba al centro de la habitación y se situaba junto a la mesa de madera.
No
me dijo nada más, aunque tampoco hizo falta para comprender a qué
se refería. Elevó sus brazos y colocó las manos pegadas a las
ataduras superiores. Luego separó las piernas y situó cada pie al
lado de las ataduras inferiores. La joven permaneció quieta en esa
postura durante unos segundos. Me aproximé a ella y le até la mano
izquierda con la soga y, posteriormente, hice lo mismo con su mano
derecha. Inmovilizada ya de las extremidades superiores, tan solo me
quedaba fijar sus pies a la barra de abajo. Me puse en cuclillas y
lentamente dejé los dos pies bien sujetos de manera que no pudiera
moverlos. Luvy comprobó que estaba perfectamente atada, moviendo con
fuerza las manos y los pies sin que estos se soltaran. Satisfecha por
mi trabajo realizado, inclinó ligeramente su cuerpo hacia delante y
dejó su culo en pompa y a mi entera disposición. La joven estaba
totalmente a mi merced, dispuesta a dejarse hacer en su ano cualquier
cosa que se me antojase.
Yo no le podía fallar: por un lado, sabía
que debí ir con prudencia para no hacerle daño durante la
desvirgación anal pero, por otra, quería que lo disfrutase al
máximo. Además, era evidente que Luvy no deseaba que fuese una cosa
“light” pues, si no, no me hubiera llevado a esa habitación.
No
tardé mucho más en reaccionar: con mi lengua comencé a lamer desde
atrás toda la entrepierna de la chica. Desplacé la lengua en varias
ocasiones desde la raja vaginal hasta el ano y luego en sentido
contrario. Mi saliva iba humedeciendo toda esa zona cada vez más y
los flujos de mi boca se mezclaban con aquellos que salían del coño
de la chica. Aceleré un poco los movimientos y les imprimí mayor
fuerza para que la presión sobre el sexo y el ano de Luvy fuera
mayor. Los primeros gemidos comenzaron a salir de la boca de la
chica. Puse las manos sobre las nalgas de la joven y separé los
glúteos. El orificio anal apareció ante mí y, tras besarlo primero
y rozarlo después con la punta de la lengua, escupí varias veces.
Parte de la saliva penetró en aquel oscuro agujero y la otra parte
resbalaba por él y por la cara interna los muslos.
- Creo que esto ya está suficientemente lubricado- le indiqué a Luvy, cuya respiración se había acelerado.
Fue
entonces cuando me acerqué hacia la caja donde estaban los dildos y
los plugs. Dudé unos instantes debido a la enorme variedad que se
ofrecía ante mí. Pero luego me decidí por uno de aquellos
juguetes: se trataba de un plug que terminaba en una cola que
simulaba ser la de un animal. Imaginé aquel objeto insertado en el
ano de Luvy antes de que yo lo penetrase con mi polla, la forma en
que la cola sobresaldría del culo, la pinta de puta que tendría
con eso metido....Agarré el plug y volví hacia donde se encontraba
la joven. Ella no se había percatado de que yo tenía en mi mano el
juguete y, cuando lo aproximé a la raja de su trasero y la rocé de
arriba a abajo con la punta del plug, dio un pequeño respingo. De
manera deslicé en repetidas ocasiones el juguete sobre la raja, sin
penetrarla, sólo tocando la entrada del ano. Los suspiros de Luvy
iban en aumento conforme notaba el roce del objeto, que no tardó en
humedecerse con la saliva que había en el culo y con los flujos que
llegaban hasta él procedentes del palpitante sexo de la chica.
- ¡No me hagas sufrir más! ¡Penétrame de una maldita vez el ano!- exclamó Luvy, ya desesperada por ser follada por detrás.
- ¿Eso quiere mi zorra? Creo que me lo tendrás que pedir mejor y de otra manera, si deseas que te desvirgue ese culo que tienes. Las putas seguro que lo solicitan de otra forma- le respondí.
- ¡Párteme el culo, cabrón! ¡Obedece a tu zorra y reviéntale el ano con todas tus ganas como se lo harías a una puta callejera!- gritó la joven.
Empujé
el plug ligeramente hacia delante y comenzó a hundirse en el
orificio anal: primero entró la punta, luego fue engullido hasta la
mitad y, por último, quedó totalmente enterrado. Sólo la preciosa
colita asomaba entre las nalgas.
Dejé el juguete unos instantes en el interior del culo antes de empezar a meterlo y a sacarlo. Los gemidos de Luvy resonaban por toda aquella sala en medio de la madrugada, cosa que me incitaba a incrementar cada vez más la fuerza y el ritmo de penetración.
Dejé el juguete unos instantes en el interior del culo antes de empezar a meterlo y a sacarlo. Los gemidos de Luvy resonaban por toda aquella sala en medio de la madrugada, cosa que me incitaba a incrementar cada vez más la fuerza y el ritmo de penetración.
- ¡Ahhh....Ahhhhhhh....! Joder, ¿qué me estás haciendo?- acertó a decir la joven en medio de sus gemidos de placer.
- ¿No querías que te partiera el culo? ¿No deseabas que te lo hiciera de forma salvaje? Ahora cállate y aguanta como una buena zorrita, como mi zorra. Prepárate porque te voy a meter toda mi polla dentro y no la voy a sacar hasta hacer que te corras y hasta llenarte e inundarte el culo de leche- le repliqué.
Extraje
el plug de golpe con un fuerte tirón.
- ¡Mira cómo huele, tan intenso, tan sucio.....! Creo que tienes madera de puta- le comenté tras acercar el objeto a mi nariz e inspirar el olor que el juguete desprendía recién sacado del ano.
Extendí
el brazo y coloqué el objeto delante del rostro de la joven para que
también ella pudiese gozar del aroma de su propio culo. Tras ver
cómo ella inspiraba varias veces, le ordené que lo chupara. Abrió
la boca, sacó la húmeda lengua y lamió todo el plug justo antes de
que yo lo empujara entre los labios y lo dejase metido en la boca.
- Así, eso es. Saboréalo, déjalo bien limpio para la próxima putita que venga a esta sala a que le hagan algo parecido a lo que te estoy haciendo a ti- le comenté.
Luvy
permaneció unos segundos con el plug metido entre los labios y con
la cola del juguete saliendo entre ellos.
- Tu ano ya está suficientemente lubricado, dilatado y abierto, listo para acoger a esta tiesa polla y soportar cada una de sus embestidas- le indiqué a la chica en el preciso instante en que le sacaba de la boca el plug.
Dejé
el juguete en el suelo y me situé de pie tras la joven. Había
llegado el momento de que Luvy sintiese la salvaje fuerza de mi
verga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario