¿Volverá
algún día el fragor
que
enredaba nuestras sábanas?
¿Se
llenará otra vez de fulgor
la
pasión de tus miradas?
¿Rodarán
tus húmedos labios
por
mi piel aterciopelada
como
en aquellos fríos inviernos,
cuando
incendiaban la cama?
¿Deslizarás
tu lasciva boca,
ardiente,
atrevida, loca,
por
la desnudez de mi cuerpo
haciendo
que se detenga el tiempo?
¿Permitirás
que mis cálidas manos
acaricien
la flor de tu pelo
y
recorran tu esbelto cuello,
haciendo
cumbre en los senos?
¿Llevarás
a la erupción
al
volcán que era mi miembro,
cuando
lo sometías con pasión
a
tus fantasías y desenfreno?
¿O,
en cambio, dejarás que me mate
la
cruel tristeza del alma,
ésa
que hoy llora al no verte
y
que me ha arrebatado la calma?
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