1 de mayo de 2017

FINGIDA PASIÓN

Mis dedos enredados en su pelo
alborotan cada uno de los rizos
de su ensortijado cabello
que me enloquece sin avisos.

El color de sus pupilas,
del tono de la avellana,
encienden mis tiernas mejillas
siempre que sobre mí se abalanza.

Cuando la desnudez de su cuerpo
me arrebata el sentido,
la fugacidad del tiempo
acecha cual cruel enemigo.

Mi lengua pone en llamas
sus sensuales pezones
que, enhiestos como ramas,
no escapan a mis fricciones.

No se resiste mi boca
a probar el néctar que mana
de lo que mi miembro ya toca,
buscando la húmeda entrada.

Si la beso, suspira;
si la penetro, estalla;
si su pasión es mentira,
a mí me destroza el alma.



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