19 de abril de 2017

MESALINA, UNA EMPERATRIZ NINFÓMANA


La antigua Roma ha dado personajes célebres a la historia de la Humanidad relacionados con el mundo de las Artes, de la Filosofía, de la Literatura, etc.

Pero también existen casos de personalidades conocidas por otro tipo de circunstancias. Una de estas personas famosas fue Valeria Mesalina (25 d. C.- 48 d. C.). Esposa del emperador Claudio, destacó por su enorme belleza y por las continuas infidelidades a su esposo con miembros de la nobleza romana, así como con soldados, actores, oradores e, incluso, gladiadores.



En principio, Mesalina era la forma femenina del nombre Mesala, pero debido a esta emperatriz romana y a su fama, el nombre de Mesalina adquirió un nuevo significado, representando el concepto de mujer muy libidinosa, hasta convertirse en un sinónimo de prostituta, ramera o meretriz.
Mesalina era una auténtica ninfómana. Tal y como narra el poeta Juvenal, esta emperatriz llegó a prostituirse en el barrio de Subura, bajo el apodo de Licisca (Mujer-loba). Al llegar la noche, la emperatriz abandonaba el palacio y se dirigía, disfrazada con una peluca, a un conocido lupanar donde recibía a los clientes. Éstos la preferían no sólo por su belleza, sino también porque no exigía juventud ni apariencia, únicamente potencia viril. Mesalina recibía a cualquiera y, según cuenta el mismo Juvenal, cuando tenía que regresar a palacio se entristecía, al marcharse al lecho imperial todavía insatisfecha.

Orgullosa de su lascivia, retó a las prostitutas de Roma, animándolas a participar en una competición que ella organizaría en palacio, aprovechando la ausencia de su esposo Claudio, que se encontraba en Britania.
El desafío consistía en comprobar quién era capaz de tener sexo con más hombres en una misma noche. Al evento, que comenzaría al anochecer, acudirían muchos hombres importantes de la corte, además de otras damas a las que Mesalina había logrado convencer para que también participaran.
Las prostitutas aceptaron el reto y enviaron como representante a la puta más famosa de Roma, Escila, una mujer siciliana.
En la noche de la competición y tras haber practicado sexo con veinticinco hombres, Escila se rindió y Mesalina resultó ganadora, ya que superó la cifra al aguantar follando hasta al amanecer y seguir compitiendo. Según se cuenta, incluso después de haber atendido a setenta hombres, seguía queriendo más y llegó hasta la impensable cantidad de doscientos hombres. Cuando Mesalina le solicitó a Escila que volviese, ésta se retiró diciendo: «Esta infeliz tiene las entrañas de hierro».


Nunca renunció a probar ninguna práctica o placer del sexo, destacando su predilección por lo que, más tarde, se llamaría “masoquismo”: en efecto, en el mismo palacio imperial, además de recibir y gozar con sus amantes, disfrutaba con los azotes que recibía y que, a veces, ella misma propinaba, como estímulo para aumentar todavía más el nivel de erotismo, sensualidad, morbo y placer. 

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