Asómate
y deja que el viento
levante
con sus livianas ráfagas
cada
uno de los zaínos hilos
de
tu largo cabello.
Asómate
y vuelve a permitir
que
el sol roce
con
la tibieza de sus rayos
tus
negras pestañas de terciopelo.
Asómate
y detente en la terraza,
aunque
de celos se muera el cielo
y
en maquiavélica venganza
torne
en gris el añil de su velo.
Asómate
y consiente de nuevo
que
la fresca brisa matutina
acaricie
la desnudez de tu cuerpo
y
endurezca la cima de tus senos.
Asómate,
no te demores,
para
que el dulce aroma a azahar
de
esta naciente primavera
envuelva
tu monte de Venus.
Asómate,
no te hagas de rogar,
y
dale sentido a mi vida,
la
de este inválido de enfrente
postrado
en su lecho de hielo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario