5 de abril de 2017

ADICCIÓN EN EL METRO

Ni te imaginas lo mucho que espero cada día este momento de la mañana. Ése en el que todos bostezan en el metro, ése en el que contemplo una a una las caras de cansancio y de hastío de la gente ante una nueva jornada laboral o estudiantil. Observo cómo algunos apoyan su cabeza sobre el cristal de la ventanilla con la mirada perdida; otros cierran los ojos tratando de ganarle al tiempo unos instantes más de sueño; son pocos los que tienen abierto un libro y apuran la lectura de un par de páginas antes de llegar a su destino. Pero la mayoría teclea, incansable, en el móvil, sumida en esa creciente adicción al teléfono, como si le fuera la vida en ello, como si resultara lo más importante de su existencia mandar un mensaje a las ocho de la mañana, subir una foto a cualquier red social o darle a “Me gusta” a una publicación.

Tú perteneces a este último y numeroso grupo de viajeros y yo me aprovecho de tu bendita adicción al móvil, que se convierte en mi aliada. Puedes llamarme pervertido, aunque yo preferiría el término “morboso”. Porque es eso justo lo que me provoca tu presencia en el vagón del metro: morbo. En todo caso, tú tampoco estás exenta de culpa, así que no te hagas la “niña buena”: pudiendo elegir cualquiera de los asientos libres del vagón, te sientas cada mañana delante de mí, en los individuales colocados uno frente al otro. ¿Acaso te gusta que te mire? ¿Lo disfrutas?

No sé cómo te llamas, ni a qué te dedicas: sinceramente, no me hace falta. Porque, puestos a saber, prefiero conocer, como ya conozco, al detalle y de memoria la amplia y variada gama de tus braguitas, sus formas, sus colores y tejidos, esos encajes sensuales, las provocativas transparencias y los minúsculos triángulos bajo los que se marcan la raja de tu sexo y los carnosos labios vaginales. ¿Quién es más pervertido o morboso? ¿Yo, que miro, o tú, que muestras? ¿El que con descaro penetra con su mirada bajo tu minifalda y entre tus muslos o la que, haciéndose la inocente y la despistada, juguetea con sus piernas, las abre y cierra y las vuelve a separar, mientras no para de teclear en el móvil?

Hoy tus bragas lucen espectaculares, con ese intenso color rojo pasión, totalmente transparentes, sexys y, me atrevería a decir, obscenas. Mi polla se empalma enseguida, a la vez que contemplo bajo la minúscula prenda la pequeña y fina capa de vello castaño de tu pubis, la cual parece actuar como guardián de la entrada de tu sexo. Las yemas de tus dedos continúan golpeando, incansables, sobre el móvil, a igual ritmo que siento las palpitaciones en mi verga que la hacen crecer todavía un poco más hasta ponerla completamente maciza y tiesa bajo el pantalón. Ummm....Mírate: seguro que ya te has dado cuenta de que te observo, tal vez también del tremendo bulto que que se marca en mis jeans. Porque ahora el rojo tejido de tus bragas empieza a teñirse de oscuro por culpa de ese creciente cerco de humedad que no para de aumentar su extensión segundo a segundo.

¿No te importa que me toque el paquete sobre el pantalón? Nadie mira, ni un alma nos contempla, perdidos en su propio mundo. Mi mano acaricia ya lo que sobresale en mi entrepierna, que se ha puesto así de grande en tu honor. La muevo y deslizo despacio, en círculos, de arriba a abajo. Mi bóxer ya lleva rato mojado y esto hace que no tarden en mancharse también los jeans. Eso es, así me gusta: abre un poco más las piernas para que te vea todo bien, para que el aroma de tu humedad penetre por mi nariz y acrecente mi excitación.

De repente te levantas, pues ya se acerca tu parada. Un día más me dejas totalmente empalmado y en pleno calentón, a punto de correrme. Sin embargo, hoy me sorprendes, rompiendo tu rutina y dirigiéndome por primera vez la palabra:

  • ¿De qué color las quieres mañana?- me preguntas con cara de pícara, refiriéndote a tus bragas.
  • De ningún color. No te las pongas: quiero ver directamente tu coño al desnudo- te respondo con firmeza y atrevimiento.

Finalmente, me sonríes y me guiñas un ojo antes de desaparecer de mi vista. ¿Eso significa que has aceptado mi propuesta?








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