- Ave María purísima.
- Sin pecado concebida.
Tras
una breve pausa, el viejo cura le pregunta a la joven feligresa:
- Hija, ¿de qué te confiesas?
- De algo grave, padre. De una cosa que me está atormentando cada vez más pero que, por otra parte, me da mucho placer.
- A ver, cuéntame, ¿cuál es ese pecado que tanto te perturba?
- Verá, padre, es que no sé si debo...
- Te sentirás liberada y mejor en cuanto lo exteriorices. Confiesa, no temas. Dios te perdonará, sea lo que sea.
- Está bien. Es que tengo una obsesión: los hombres maduros y, más en concreto, su miembro viril. No puedo dejar de pensar en esos falos, en esos penes, fantasear con ellos...
- Umm..Bueno, hija, tener ese tipo de pensamientos es algo sucio, pero no es pecar. No se peca con los ojos ni con la mente, sino con los actos y las palabras.
- Se equivoca, padre. No es sólo la mente, es también mi boca.
- Hija, ¿de qué te confiesas?
- De algo grave, padre. De una cosa que me está atormentando cada vez más pero que, por otra parte, me da mucho placer.
- A ver, cuéntame, ¿cuál es ese pecado que tanto te perturba?
- Verá, padre, es que no sé si debo...
- Te sentirás liberada y mejor en cuanto lo exteriorices. Confiesa, no temas. Dios te perdonará, sea lo que sea.
- Está bien. Es que tengo una obsesión: los hombres maduros y, más en concreto, su miembro viril. No puedo dejar de pensar en esos falos, en esos penes, fantasear con ellos...
- Umm..Bueno, hija, tener ese tipo de pensamientos es algo sucio, pero no es pecar. No se peca con los ojos ni con la mente, sino con los actos y las palabras.
- Se equivoca, padre. No es sólo la mente, es también mi boca.
El
cura traga saliva al otro lado del confesionario al oír estas
palabras.
- ¿A qué te refieres en concreto?
- La culpa fue de mi tío: durante una fiesta familiar, donde hubo más alcohol de la cuenta, me llevó a una habitación, se sacó su miembro totalmente hinchado y yo, pues.....Lo vi tan grande y sabroso que me lo metí en la boca y no lo solté hasta que mi garganta se inundó de semen caliente. Padre, me lo tragué todo y me gustó tanto que desde ese día se inició mi fijación por los hombres maduros y sus pollas.
- ¿A qué te refieres en concreto?
- La culpa fue de mi tío: durante una fiesta familiar, donde hubo más alcohol de la cuenta, me llevó a una habitación, se sacó su miembro totalmente hinchado y yo, pues.....Lo vi tan grande y sabroso que me lo metí en la boca y no lo solté hasta que mi garganta se inundó de semen caliente. Padre, me lo tragué todo y me gustó tanto que desde ese día se inició mi fijación por los hombres maduros y sus pollas.
El
párroco se sobresalta con el relato de la feligresa y la palabra
“polla” retumba en sus oídos. Pero la joven no para y continúa
hablando:
- Ahora ya mi imaginación me martillea con fantasías cada vez más morbosas y no lo puedo evitar. Desde hace semanas necesito tener en mi boca la verga de algún maduro y aprovecho los fines de semana para deleitarme con un buen rabo erguido penetrando hasta mi garganta. Enloquezco al meterme la polla, aún flácida, entre mis carnosos labios, al rozarla con ellos hasta hacer que aumente de tamaño; disfruto pasando mi húmeda lengua sobre toda la superficie del pene, desde su base hasta la punta, donde el glande todavía se oculta bajo el prepucio pero comienza a asomar levemente. No se imagina usted el placer que es notar cómo se endurece el falo centímetro a centímetro hasta que el glande termina abriéndose paso y queda al descubierto, tan rojo y redondo. Es delicioso chuparlo y succionarlo, mientras mi boca se llena del sabor a macho maduro que brota en pequeñas perlas blancas del agujero central del glande.
- Ahora ya mi imaginación me martillea con fantasías cada vez más morbosas y no lo puedo evitar. Desde hace semanas necesito tener en mi boca la verga de algún maduro y aprovecho los fines de semana para deleitarme con un buen rabo erguido penetrando hasta mi garganta. Enloquezco al meterme la polla, aún flácida, entre mis carnosos labios, al rozarla con ellos hasta hacer que aumente de tamaño; disfruto pasando mi húmeda lengua sobre toda la superficie del pene, desde su base hasta la punta, donde el glande todavía se oculta bajo el prepucio pero comienza a asomar levemente. No se imagina usted el placer que es notar cómo se endurece el falo centímetro a centímetro hasta que el glande termina abriéndose paso y queda al descubierto, tan rojo y redondo. Es delicioso chuparlo y succionarlo, mientras mi boca se llena del sabor a macho maduro que brota en pequeñas perlas blancas del agujero central del glande.
La
joven hace una breve y obligada pausa para intentar contener el
gemido que le provoca su mano, que lleva ya minutos perdida bajo la
falda y que no ha encontrado ninguna otra prenda debajo que la
obstaculice para tocar y tirar del palpitante clítoris. A duras
penas sigue hablando:
- Me doy cuenta de que tengo a esos hombres a mi merced, cuando aprisiono sus velludos testículos en mi mano y comienzo a deslizar cada vez más rápidamente mis labios sobre la empalmada polla, hasta que logro que estalle de placer y, entre gemidos agudos, me llenen toda la boca de leche saciando mi sed- acaba confesando la chica, mientras que de su depilado sexo mana un enorme chorro de flujo que encharca la madera del confesionario.
- Me doy cuenta de que tengo a esos hombres a mi merced, cuando aprisiono sus velludos testículos en mi mano y comienzo a deslizar cada vez más rápidamente mis labios sobre la empalmada polla, hasta que logro que estalle de placer y, entre gemidos agudos, me llenen toda la boca de leche saciando mi sed- acaba confesando la chica, mientras que de su depilado sexo mana un enorme chorro de flujo que encharca la madera del confesionario.
Se
produce un silencio hasta que, al fin, desde el otro lado, la voz
entrecortada del cura lo rompe:
- Hija, te pondré como penitencia diez Padrenuestros y diez Credos- comenta el cura justo en el instante en que su mano agita por última vez su gruesa y enhiesta polla, de cuya punta empiezan a brotar enérgicos chorros de esperma que manchan la purpúrea sotana sacerdotal.
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