6 de abril de 2016

FELACIÓN MAGISTRAL

Estás muy sensual cuando te pones esa blusa azul. ¿O debería decir violeta? Ya sabes que soy un desastre para las tonalidades cromáticas. Observo cómo te vistes: hoy has optado por dicha blusa, mi preferida. Contemplo cómo te la colocas de manera provocativa sobre tus desnudos pechos. Empiezas a abrocharte cada uno de los botones comenzando desde abajo, pero al llegar a los dos últimos los dejas sin cerrar y de forma piadosa permites que admire tu escote, que perturbaría hasta la mente más angelical e inocente.

Mi mano se pierde entre mis piernas y busca mi miembro que ha amanecido empalmado como es norma en él. Viéndote se me ha puesto más duro aun. Lo rozo y lo acaricio sin apartar la mirada de ti: tu cabello castaño, ese rostro al natural sólo con un poco de lápiz de ojos, resaltando todavía más la belleza de tus enormes y cálidos luceros, y un toque de rimmel en los labios. Todo es puro deleite y hace que me vaya invadiendo con mayor intensidad el deseo.

¿Te has fijado en la dureza de mi verga? ¿Ves cómo se marcan en ella todas esas venas? ¿O cómo se tensa la piel conforme gana en grosor y longitud? Sí, sí que te has fijado: tu mirada está clavada en mi polla y decides dejar de vestirte. Sólo tapada con la blusa, con tu sexo depilado al aire y con esos macizos y prietos glúteos al descubierto, te acercas a mí, relamiéndote. Suelto mi falo, que queda firme como un mástil, e, inmediatamente, te apoderas de él. Ansiosa lo sacudes y descubres el rojizo glande que luce totalmente empapado. Mientras que con tu mano izquierda sujetas con firmeza mi hinchada polla, con la derecha masajeas mis huevos de color almendrado. Haces que gima cuando los palpas; provocas que suspire cuando los aprietas. Aproximas tu cara a mi entrepierna y no tardo en sentir la humedad de tu lengua en mis redondas bolas. Las estás lamiendo, recorriendo cada centímetro de piel, cada uno de los pliegues. Con tus labios les das pequeños tirones que me hacen estremecer.

No quiero que tu preciosa blusa termine manchada, así que comienzo a desabrocharla botón a botón hasta dejar al descubierto de nuevo tus dos turgentes pechos, en cuya cima se erizan ya tiesos los erguidos y oscuros pezones. El flujo que brota de mi glande resbala parsimonioso hacia abajo, deslizándose por mi pene. 


                                             (Dibujo realizado por la artista "Diosa azteca")               

Recoges con la lengua ese tenue hilo de líquido y aprovechas para chupar el resto de mi verga. Abres de par en par tu boca y engulles mi falo, haciendo que entre hasta el fondo de tu garganta. Noto cómo mi polla palpita dentro, mientras empiezas a desplazar tus labios una y otra vez sobre ella, masturbándola con esa maestría, con esa perfección que sólo tú tienes en exclusiva. Aceleras más, aprietas con todas tus fuerzas y me llevas a gritar de placer y a gemir de manera alocada hasta conseguir que mi polla estalle en una explosión de leche blanca que inunda a borbotones tu boca, riega tu garganta y tragas todo ese río de semen que termina desembocando en tu estómago hasta saciarlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario