GLORY
HOLE
Una
noche más todo lo invade el silencio en mi habitación. Pasan los
minutos, las horas...La soledad y la puta rutina aumentan cada día
de forma heladora. Hoy no aguanto más: me levanto de la cama, me
visto, salgo a la calle y me subo en mi coche. ¿Rumbo? Ninguno, ¡qué
más da! Atravieso calles oscuras, interminables avenidas. Gente ya
borracha deambula por las aceras vociferando y riendo sin control.
Borrachos, sí, pero al menos parecen felices, sumidos en el
asqueroso mundo del alcohol. Llego al extrarradio de la ciudad y
comienzan a otearse numerosas fogatas encendidas por los amantes de
lo nocturno, tal vez de lo ilícito. Música a todo volumen, carreras
de coches ilegales y un tipo que se está follando por el culo a una
prostituta entre dos contenedores de basura repletos de porquería.
Circulo
unos kilómetros más y unas luces de neón llaman mi atención:
“Placeres liberales”. Detengo el vehículo delante de la puerta
del local y dudo unos segundos. ¿Arrancar de nuevo o entrar y vivir
una nueva experiencia? Bajo del coche y me dirijo con paso firme
hacia la entrada. Una vez dentro echo un vistazo rápido y leo en un
folleto que se permite todo tipo de juegos sexuales liberales:
intercambios, exhibicionismo, tríos, orgías.....Una chica
interrumpe mi breve lectura y me pregunta si quiero informarme mejor
de cómo funciona el local. Asiento ligeramente con la cabeza
mientras observo a la joven: luce una minifalda negra tan corta que
deja ver el inicio de las nalgas desnudas de la chica. Mis oídos
escuchan sus palabras, pero mis ojos se clavan en esa camiseta blanca
que lleva, tipo corsé, y que apenas puede contener dentro las dos
enormes tetas, cuyos pezones marcados y a presión parecen querer
atravesar el tejido de la prenda buscando una vía de escape. Noto
cómo mi polla se endurece bajo mi pantalón, libre, suelta, sin
estar oprimida por bóxer alguno. La joven sigue hablándome y logra
convencerme para que me haga miembro de ese club de gente liberal.
Aunque lo que realmente me ha convencido no son sus palabras, sino el
oscuro pezón que ha asomado por fuera del corsé durante unos
segundos y de forma fortuita (o intencionada, ¡quién sabe!), cuando
la joven de cabello moreno se ha agachado para coger un papel. Al
darse cuenta de que lo tenía totalmente fuera, se lo ha cubierto con
una sonrisa en los labios y se ha fijado en mi entrepierna, donde el
tremendo bulto formado le ha dejado bien claro mi estado de
excitación.
Caminando
delante de mí, la morenaza empieza a enseñarme las
instalaciones....y algo más: con cada paso que da, la minifalda se
le va subiendo más de lo que ya estaba. Contemplo ahora el principio
de la raja del culo, la exquisita redondez y firmeza de las
descubiertas nalgas tapadas ya sólo hasta la mitad por el negro
tejido de la falda. La joven debe haber sentido el calor y el fuego
de mis pupilas sobre sus glúteos porque trata de bajarse sin mucho
éxito la minifalda. Llegamos a la última habitación, donde un
letrero avisa: “Glory hole”. Los dos nos paramos en la entrada,
pero mi curiosidad y el interminable cosquilleo que domina mi verga
me hacen pasar. La joven entra detrás de mí.
Observo
con detenimiento: un tabique, un agujero listo para ser penetrado por
alguna polla en busca de una buena mamada....Aún resuena en mis
oídos el ruido de los tacones de la chica, ahora ya quietos. Ella
parece adivinar mi pensamiento:
-
Será cuestión de esperar a que alguien quiera probar tu pene, pero,
conociendo a quienes vienen por aquí, no creo que eso se vaya a
demorar mucho.
Paso
al otro lado del tabique y me bajo la cremallera del pantalón. Mi
miembro semihinchado sale liberado inmediatamente. Lo agito con mi
mano un par de veces hasta que decido introducirlo por el agujero. En
ese instante lo que más anhelo es sentir pronto una mano o una boca
extraña apoderándose de mi polla y dejarla a su merced. No ha
transcurrido ni un minuto cuando noto sobre la piel estirada de mi
pene una serie de caricias ajenas: son unos dedos que recorren
lentamente toda la extensión y el grosor de mi polla. Percibo el
roce cada vez más intenso hasta que la mano se cierra envolviendo mi
miembro, ya completamente erecto. Tras un par de leves agitaciones
siento cómo mi glande queda al descubierto. Sé que tiene que ser
ella, la morena de la minifalda: no la escuché alejarse, ni tampoco
el sonido celestial de sus tacones golpeando de nuevo el suelo. Los
movimientos de la mano se hacen cada vez más intensos y enérgicos.
Mi glande se humedece y, al ser rozado, hace que toda esa humedad se
extienda sobre mi tiesa y venosa verga, empapándola, ensuciándola y
pringándola de flujo.
El
tabique me impide ver a la joven, contemplar cómo se ha desabrochado
el corsé y cómo las grandes tetas están al descubierto con los
erguidos pezones apuntando hacia el frente. Tampoco puedo observar
cómo se ha levantado la minifalda hasta la cintura, dejando a la luz
un minúsculo tanga rojo transparente, a través del cual reluce una
pequeña y ligera capa de vello púbico perfectamente cuidada en
cuanto al rasurado. No puedo deleitarme con el espectáculo de esos
fornidos glúteos y de la larga raja del culo, penetrada y violada
por el escuetísimo triángulo trasero del tanga que se hunde por
dentro.
Noto
de repente un roce diferente en mi pene: son los carnosos labios
carmín de la chica quienes están aprisionando y mojando de saliva
mi palpitante falo. Esa boca se está tragando entera mi verga, cada
uno de mis más de 17 centímetros de carne que le llegan ya hasta la
garganta. Los dientes, la lengua, los labios...todo roza mi miembro,
cuya piel parece a punto de reventar por la hinchazón y tirantez
extrema. Gimo descontrolado y mis testículos chocan contra el
tabique con cada mamada desde la otra parte de la pared. El tanga de
la joven está empapado, absorbiendo los fluidos que manan sin cesar
del sexo. Ella acelera con vehemencia y succiona continuamente mi
enrojecido glande. Cierro los ojos de puro placer; la joven aparta su
tanga y se mete varios dedos que perforan su coño a un ritmo
frenético. Mi abdomen se contrae, mis bolas lanzan punzadas
advirtiendo de que se acerca el momento. El sudor recorre todo mi
cuerpo, bañándolo por completo, mientras al otro lado del tabique
los dedos penetrantes están a punto de provocar ya el estallido
final en esa chapoteante vagina, cuyo sonido llega a mis oídos. Es
entonces cuando se produce lo inevitable: varios chorros de líquido
femenino salen disparados de ese coño encharcando el suelo e
impactando también contra la pared, justo unos segundos antes de que
el pequeño orificio que colma mi polla en su glande se abra
definitivamente y de que descargue espesa leche blanca dentro de la
boca de la joven.
Cuando
me quedo vacío, sin una sola gota de semen, mi verga es liberada de
la cueva bucal y la retiro del agujero con restos de pringoso esperma
cubriéndola. Entonces escucho desde la otra parte:
-
Esta mamada ha sido regalo de la casa para que seas bienvenido al
club. El tanga que te entrego a través del agujero y que rezuma el
aroma de mi sexo es obsequio personal mío para que vuelvas pronto
por aquí.
Este relato ha pasado a mis favoritos,
ResponderEliminarHiciste que tuviera un gran orgasmo, gracias por hacerme soñar un ratito.
un besito
Siempre es una buena recompensa para un escritor saber que sus relatos pueden provocar lo que te ha provocado a ti. Gracias por leer el relatito y por dejar tu comentario.
EliminarSiempre es una buena recompensa para un escritor saber que sus relatos pueden provocar lo que te ha provocado a ti. Gracias por leer el relatito y por dejar tu comentario.
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