15 de junio de 2016

TANGA ROBADO A UNA MADRE

-¡Este hijo mío es un desastre!- piensas al ver el desorden reinante en el dormitorio de tu adolescente vástago.

Entras para ordenarle un poco la habitación y, al elevar una caja rectangular metálica que había en uno de los rincones, la tapa cae al suelo, dejando a la vista el asombroso contenido de dicha caja: una revista porno. Tus sospechas se habían confirmado: esos gemidos que oyes algunas noches procedentes del cuarto de tu hijo Juanlu son producto de sus múltiples masturbaciones, para las que se estimula recurriendo a las impactantes fotos que ahora ves en la revista. La imagen de la portada te deja con los ojos abiertos: una tremenda y brillante polla negra está a punto de insertarse en ese coño depilado con el tatuaje de un diablo justo a la altura de la ingle de la chica. Admiras la perfecta anatomía del joven de color y sus apetecibles y macizos glúteos. Te quedas embobada observando también las dos turgentes tetas de la jovencita, cuyos pezones marrones son friccionados por los dedos del negro.

Excitada, con varias gotas de flujo siendo ya absorbidas por el tejido de tus bragas, metes las manos en la caja y extraes la revista. La sorpresa que te llevas es mayúscula: oculto bajo esa publicación pornográfica aparece el tanga rosa al que llevabas echando de menos varios días y al que ya dabas por perdido. 



Tu hijo lo había sacado del cesto de la ropa sucia y te lo había robado para dar rienda suelta a sus más bajos y lascivos instintos. Hueles la prenda y conserva el intenso aroma de tu sexo. Te imaginas a Juanlu machacándose la verga y con el apestoso tanga pegado a su nariz, recreándose con ese olor a hembra. Estás mojada sólo de pensarlo, la humedad empieza a bañar completamente tu sexo. No puedes aguantar más: te quitas la falda, apartas ligeramente las bragas e introduces varios dedos en tu raja, con los que te follas el coño de tal manera que no tardas ni tres minutos en correrte. Tu prenda íntima queda manchada por tus flujos, te la quitas y la colocas en la caja junto al tanga, antes de volver a poner encima la revista. Te pones de nuevo la falda, sitúas la caja en el rincón y sales de la habitación para dirigirte al cesto de la ropa sucia y sacar un bóxer rojo de tu hijo impregnado de semen seco.


Llega la noche. De la habitación de Juanlu se oyen intensos jadeos mientras tú, tumbada en tu cama, lames y chupas su bóxer y hundes hasta el fondo la mano en tu coño. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario