20 de enero de 2016

DIARIO DE UN PROFESOR ACOSADO (8)

Lunes por la mañana temprano. Voy a escribir unas breves líneas en mi diario antes de irme a las clases y volverme a encontrar con Patricia.

Ayer domingo no tuve noticias de ella, lo que no quiere decir que no parara de pensar en mi alumna continuamente. La jornada dominical se me hizo eterna, deseando que llegase al fin el momento de nuestro encuentro sexual. Ese sentimiento de eternidad se opone por completo a lo que siento ahora. Tengo muchos nervios, ni siquiera he sido capaz de desayunar. Me ha invadido el pánico, un terror inexplicable, pues me muero de ganas por follar a mi alumna. Pero es ese pensamiento de quebrantar lo éticamente correcto lo que me tiene atenazado y muerto de miedo, pese a lo ocurrido ya en el probador del sexshop.

Cuando he abierto los ojos y he mirado el móvil, casi me meo en la cama de la impresión: tenía treinta mensajes de Patricia, todos ellos vacíos de palabras, sólo consistentes en imágenes. En todas las fotos mi alumna aparecía completamente desnuda, en muy distintas posturas y actitudes. En las primeras aparecían sus dos tremendas tetas a todo lo grande, en primerísimo plano. Podía verse el marrón intenso de los pezones ya erectos, la perfecta redondez de las oscuras aureolas, cada lunar que de forma sensual adorna los senos..... La calidad de las fotos era tan buena que parecía que los pechos estaban físicamente delante de mí, listos para ser acariciados por mis manos, lamidos por mi lengua o comidos por mi boca. Mi polla se ha empalmado en cinco segundos.

En las siguientes mi alumna me mostraba su culo: precioso en su totalidad, con esas blancas nalgas tan bien formadas, tan macizas y esa raja infinita separando cada una de ellas. Mi mano se ha deslizado por mi cuerpo desnudo buscando mi entrepierna hasta encontrarla.

A continuación he podido observar el trasero en pompa de Patricia: con las manos se ha separado los glúteos, me ha abierto su culo de par en par mostrándome el agujero de su ano, donde mis ojos han acabado perdiéndose en su profunda oscuridad interior. He comenzado a imaginar todo lo que le haría a ese culo tan impresionante. Mis testículos y mi pene han recibido las primeras caricias de mi mano, cada vez más intensas conforme se disparaban y se alocaban mis imaginaciones calenturientas.

El penúltimo bloque de fotos estaba dedicado a su sexo: depilado por completo, sin el más mínimo rastro de vello. Los labios carnosos, la raja de la que salía y colgaba ese pequeño pliegue de carne.... Desde la primera imagen de este apartado el coño estaba húmedo: supongo que Patricia se había ido excitando según avanzaba su sesión de fotos y de poses hasta no poder evitar que su vagina se mojase. En algunas de esas fotos, la intención de mi alumna de mostrarme hasta el más mínimo detalle de su coño hacía que éste casi llegara a rozar el objetivo de la cámara del móvil. Al igual que antes había hecho con su trasero, ahora se abría el sexo, separaba los labios y me invitaba a escudriñar hasta lo más íntimo y profundo que en él pudiera existir. Los dedos de mi alumna acabaron impregnados del viscoso y claro flujo que manaba de manera cada vez más evidente de su coño, formando auténticas tiras que salían desde la raja del sexo y se extendían hasta donde Patricia quería prolongarlas con la yema de los dedos. Las agitaciones de mi mano habían provocado que mi glande quedara al descubierto, sobresaliendo como cumbre rojiza de la gruesa y gorda polla, mientras mis bolas hinchadas botaban con cada brusca embestida.

En la última foto Patricia salía de espaldas, desnuda de cintura para arriba y con los leggings que compró en el sexshop ya puestos. La fina y ajustadísima licra negra era incapaz de ocultar la desnudez del culo de la joven, hasta el que casi llegaban las rasgaduras que hacían todavía más sugerente dicha prenda. Unos sensuales zapatos negros de tacón cubrían los pies. 



Ahí acababa la provocativa sesión de imágenes, justo en el punto en que la joven quería y en el que sabía que me tendría desesperado. ¡Qué manera de torturarme!

Solté el móvil y me volví a tumbar en la cama sin dejar de tocarme. Cerré los ojos: no quería tener en la retina otra cosa que no fuese el cuerpo de Patricia, su excelsa y regia desnudez y belleza, cada rincón mostrado de su anatomía. El ritmo de masturbación había ido creciendo con el paso de cada foto y era evidente que ya no había marcha atrás: necesitaba e iba a correrme allí mismo, en mi cama. Mi mano estaba cada vez más empapada y pringosa y al pasarla sobre la tensa piel de mi polla hacía que ésta también se humedeciera con mis propios flujos. El contraste entre el calor que desprendía mi palpitante miembro y la humedad que lo recubría aumentaba todavía más el placer que me estaba proporcionando la deliciosa masturbación. Di un cambio de ritmo, varias agitaciones secas, rápidas y completas de arriba a abajo que provocaron el chapoteo de mi verga por lo empapada que estaba. Mis testículos se bamboleaban frenéticos de un lado a otro sin control, duros y en forma de enormes esferas. Mi mano machacaba sin cesar mi pene, con todas las venas verdes en tensión dibujadas sobre la piel del mismo. El glande se enrojecía más y más por el continuo e implacable roce y de su agujerito no paraban de salir pequeñas burbujas de líquido, recogidas inmediatamente por los dedos en su imparable movimiento.

La explosión se acercaba y volví a acelerar. Contraje hacia dentro el abdomen tratando de retrasar un poco la eyaculación y de sentir mayor sensación de gusto. Lo logré: aguanté un par de minutos más hasta que, en medio de un inmenso gemido, estallé y dejé salir a chorros toda la leche que llevaba dentro, regando y manchando por completo primero mi pecho y luego las sábanas azules de la cama.

Me he dado una rápida ducha y, todavía desnudo y con el cabello mojado, estoy escribiendo estas líneas. Quería hacerlo para separar lo que acabo de experimentar de lo que pueda ocurrir en unas horas al encontrarme con Patricia, que será capítulo aparte. La masturbación y la corrida ni siquiera han calmado mi ardor, todo lo contrario: han aumentado mis ansias por follar de una vez con mi alumna. Estoy desesperado....

Debo terminar ya de escribir y vestirme o llegaré tarde a la primera clase. No tengo tiempo de cambiar ahora la ropa de cama con todo el “desastre” que hay sobre ella. Lo haré luego al regresar. Voy a sacar mando de la bala vibradora antes de que se me olvide y el slip azul para ponérmelo. Espero que me quede bien y al gusto de Patricia.





Ya lo tengo puesto. Hasta yo mismo estoy sorprendido de lo bien que me queda. Me veo muy sexy con el pene y los testículos transparentándose bajo la rejilla de la prenda azul, bien prietos y ceñidos, y con todo el culo al aire. Y ese aro negro para meter por ahí luego mi polla..





El intenso olor a sexo y flujos que desprende la cama invade por completo la habitación y se mete por los orificios de mi nariz encendiendo más si cabe la llama del deseo. Terminaré de vestirme. Quiero regresar agotado y seco de semen. 

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