Dos meses y medio después de mi última visita he vuelto al sexshop. Esta vez sin experimentos, sin buscar un nuevo establecimiento como ocurrió en julio. En esa ocasión quise buscar novedades, pero ninguno de los dos sexshops que visité tenían lo que iba buscando: un bóxer con el que sorprender a mi novia. Algo tan simple como eso. Así que, decepcionado, decidí acudir al sexshop de siempre, donde nunca había tenido problemas a la hora de poder adquirir lo que deseaba.
Hoy he vuelto. Había visto unas horas antes en su página web un artículo que llevaba días pensando adquirir. Durante el fin de semana dejé aparcado el asunto, pero hoy me decidí a curiosear en la web y hallé lo que buscaba. Sólo faltaba tener suerte y que el artículo estuviese disponible en la tienda, pues no me gusta comprar por internet. Y la hubo: había varios modelos y uno de ellos el que me gustaba por su relación calidad-precio.
Ya lo tengo en mi poder, sólo queda estrenarlo.
Eso lo haré, por supuesto, con mi novia. Ella no sabe nada, es un secreto. Se enterará cuando lea estas líneas. Lo he querido hacer esta vez así para que la sorpresa sea mayor. Lo leerá cuando yo duerma y sé que se quedará ansiosa, preguntándose qué habré comprado.
¿Soy cruel? ¡Noooo! Soy travieso. Le iba a desvelar el secreto al final de la cita, pero como se ha ido al ensayo con don Perfecto pues le tocará esperar.
Un beso, mi diosa, no desesperes. Disfruta del ensayo. Yo ya me duermo. Te amo.
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