20 de febrero de 2015

VIBRADORES GEMELOS.

                                                    VIBRADORES GEMELOS.


Hoy he logrado sorprenderte, mi diosa. No siempre ibas a ser tú la que lo hicieras conmigo.
Te mantuve en vilo más de medio día hasta que, cuando desperté esta mañana, te desvelé el misterio. Fui dejando alguna pista en las horas previas y tú, que eres muy inteligente, ya habías empezado a intuir algo. Pero cuando abrí los ojos, me encontré con que estabas ansiosa por saber y confirmar qué se escondía bajo aquella caja envuelta en papel marrón.
A los pocos minutos tus dudas se despejaron: sí, amor mío, era un vibrador anal para mi culito.






Unos días antes te había hablado de mi intención de comprar uno para nuestros juegos. Pero en esta ocasión no sería para tu sensual y precioso trasero, sino para el mío, ése que te gusta tanto y que tanto te excita.
No esperabas que me lo comprase tan pronto, sin embargo lo necesitaba. ¿Por qué? Muy sencillo: me tienes ardiendo desde hace semanas. Realmente me tienes así desde que te conocí, pero estas últimas semanas la excitación ha ido a más. Siempre creo que toca techo, pero luego sigue creciendo y en ebullición dentro de mí.

Gracias a ti me estoy atreviendo a hacer cosas que jamás pensé que haría y me has llevado a conocer más mi propio cuerpo. Además de diosa te has convertido en mi profesora.

El día que te comenté lo del vibrador, me hiciste unas recomendaciones perfectas: que fuese flexible, no muy grueso y, por supuesto, que tuviese vibración. Si además podía tener espirales, mucho mejor.

Ayer ya no pude resistirme más. Después del sexo intenso de estos días, de juegos apasionantes, de preliminares excitantes y de sorpresas a cualquier hora del día por ambas partes (durante el trabajo, la ducha, en medio de un viaje…), no tuve ya más remedio que comprarlo. No aguantaba más. Lo necesitaba.
En estas últimas semanas, ¿cuántas veces nos hemos corrido hasta la extenuación? ¿Cuántas veces has mojado la cama con tus flujos y tus chorros? ¡Si hasta ayer te escapaste a la ducha para poder tener allí un interminable “squirt”!

Lo de ayer fue algo sublime. Te desataste por completo, diste rienda suelta a todos tus deseos sexuales y me llevaste a una explosión de placer. No me dabas tiempo ni de reaccionar. Tomaste el mando de las operaciones y yo te seguí. Antes de que le tocara a mi polla, cualquier objeto que veías a tu alrededor y que te podía servir lo usabas para metértelo en tu coñito: ¡cómo te introdujiste tu mano! ¡Cómo te penetraste con un bote de desmaquillaje! ¡Cómo encajaste uno por uno dentro de tu coñito cuatro gruesos rotuladores y los sacaste luego cubiertos de tu flujo espeso! ¡Y el bote de crema! Tu mano se manchó entonces de un gran pegote de flujo, te la llevaste a la boca y con la lengua te metiste dentro ese flujo para a continuación tragártelo entero. Por último echaste mano de tu dildo rosa y te masturbaste con él de forma frenética.

Al fin le llegó el turno a mi polla: como una desesperada me pedías que te follase duro, más duro aún. Y eso hice: penetrarte con todas mis fuerzas y ganas hasta que nos corrimos los dos. Si paramos fue porque me tenía que ir ya a trabajar.
Mi bóxer se había ensuciado tanto en los preliminares que lo dejé en el suelo y fui a coger uno limpio para ponérmelo, pero mi grado de excitación seguía siendo tal que ni siquiera llegué a sacarlo del cajón. Por primera vez en mi vida me fui a trabajar sin ropa interior. Quería sentir esa nueva sensación.
Y así, caliente toda la mañana, en cuanto llegó la media hora de descanso, me dirigí a toda prisa al sexshop que hay cerca del trabajo. Esta vez entré sin nervios, no como la primera vez. Mirando entre los vibradores vi uno idéntico al tuyo azul. Además cumplía con todos los requisitos que me aconsejaste. No dudé y lo compré de inmediato. Azul, como el tuyo. Ahora ya tendríamos a la pareja, a los gemelos azules.

Conseguir el mío resultó bastante menos accidentado que el tuyo. ¿Te acuerdas de lo que pasó?
Lo compraste por internet y te indicaron que tardaría un par de días en llegarte. Te confiaste y cuando miraste cómo iba el proceso de reparto, comprobaste con asombro que tu vibrador ya había sido entregado y que la persona que lo había recogido era la vecina. Tú no estabas en casa cuando te lo llevaron y los encargados del reparto se lo entregaron a ella. Indignada e irritada me avisaste de lo ocurrido. Pero ahí no quedó todo: cuando un rato después fuiste a casa de la vecina a recoger tu pedido, te quedaste de piedra. La vecina te entregó el paquete muy avergonzada y apurada porque, tras recibirlo, lo había dejado en una mesa y sus nietas, que estaban allí de visita, le habían quitado, jugando, el envoltorio que ocultaba la caja.  Ésta estaba perfectamente cerrada, pero era más que evidente lo que contenía. La vecina supo que habías comprado un vibrador. A ti te dio más o menos igual que se enterase, sólo estabas indignada por la poca profesionalidad de la empresa de reparto y por la falta de atención de la mujer a la hora de ponerlo en un lugar más seguro hasta que tú fueses a buscar el pedido.

Pasada la situación esperpéntica, aquella misma noche lo estrenamos y lo disfrutamos. Ahora ya tiene una pareja, un gemelo: el mío. Y ya hemos puesto fecha para su estreno. Tú y yo sabemos cuándo. Podremos follarnos el culo a la vez, la diosa y su mortal.

Hasta entonces, espero que las ganas y la ansiedad provoquen que tengas el coñito mojado. No llegues muy tarde a casa. Mi culito, ése que te vuelve loca, espera impaciente. Y mi polla también.





No hay comentarios:

Publicar un comentario