16 de febrero de 2015

TANGA BLANCO.

                                                              TANGA BLANCO.


Mi diosa, ya es un poco tarde y mañana me espera un día duro de trabajo. Pero no quería dejar pasar el día de hoy sin plasmar por escrito, aunque sea de manera breve,  todo lo que estás provocando en mí estos días, todo el incendio y el fuego en el que me tienes envuelto. 

Hace tiempo me dijiste una vez, tras varios días de sexo desenfrenado, que esa era la auténtica diosa, que aquella a la que había visto hasta el momento era poca cosa en comparación a la de aquellas jornadas. Me dejaste muy sorprendido porque para mí ya eras la más sensual y ardiente 
diosa del sexo que pudiese existir. En efecto aquellos días superó todo lo anterior pero sin desmerecer a lo vivido hasta ese momento. 


Desde entonces habíamos seguido con nuestros juegos y encuentros sexuales, siempre adaptándonos al tiempo disponible por los horarios laborales. Hasta que la diosa ha decidido dar una nueva vuelta de tuerca y espero que esta vez yo haya podido contribuir también a lo que estamos viviendo estos días. Llevamos dos semanas increíbles: sexo puro y duro, nuevos juegos, provocaciones e insinuaciones. Lo del sábado pasado fue algo inolvidable, lo mismo que lo de este viernes (no voy a ampliar aquí ni ahora más detalles porque ya sabes que sobre lo del viernes estoy empezando un relato tal y como te prometí y siguiendo tu pequeña y a la vez gran recomendación). Y esta mañana tres horas más de sexo: ¡cómo me corrí! ¡Cómo exploté de placer! Te dije que no pararía de follarte hasta que te “mearas” de gusto y eso hiciste: soltaste por tu coño unos chorros enormes que empaparon casi toda la cama. Y hubiese sido toda, si no llegas a desviar un poco tu cuerpo y echar el resto sobre el suelo (o “piso” como tú lo llamas en tu precioso español-mexicano). ¡Ni la gripe que estás pasando te frena! Al principio del encuentro me pediste que hoy sólo fuera un rato corto pero intenso y quedó en un rato enorme y más que intenso, porque una vez que te metes en faena ya eres imparable. 

Las horas previas habías estado de viaje y llegaste a casa cuando yo ya dormía. Cuando abrí los ojos sobre las seis y media de la mañana y te desnudaste ante mí, no sin antes meterte la mano entre tu jeans por la entrepierna para provocarme al juego, te confesé que antes de dormirme me había masturbado viendo un vídeo con el que una vez me obsequiaste y en el que me hacías un streptease integral. Te comenté que era aquel en el que llevabas un pantalón blanco multibolsillos y debajo un tanga blanco. 

-¡Pero si ese vídeo es muy antiguo!- exclamaste entre risas.
-Amor mío, fue el primero que apareció ante mí. Y afortunadamente. Porque… ¡vaya forma de moverte! ¡Vaya manera de desnudarte prenda a prenda! Y cuando te quedaste en ese tanga blanco, ya lo tenías hasta mojado por delante. Estabas excitada desnudándote para mí. Nunca un vídeo tuyo se queda antiguo, amor- te comenté.


Hoy he seguido encendido. Llevo semanas con la polla que se me levanta a cada momento y se me pone todo lo tiesa que a ti te gusta. La jornada transcurría tranquila hasta que llegó el instante de ducharte por la tarde-noche. Tenías un pequeño evento e ibas a empezar a prepararte. 

- Si no fuera por la gripe, te diría que “aprovecharas” la ducha- te insinué. 
- ¿Acaso porque esté enferma ya no puedo tocarme? ¡No seas malo!- fue tu réplica antes de dirigirte al cuarto de baño. 


Unos minutos más tarde, mientras veía cómo a nuestro Atleti los árbitros le volvían a robar un partido, me preguntaste desde el baño:
- ¿Me ayudas?
Cuando entré, estabas ya fuera de la ducha, completamente desnuda, con varios chorritos de crema hidratante sobre las piernas y con los pezones tiesos y duros (me confesaste luego que habías estado jugando con ellos, ayudándote de la pistola y de la presión de los chorros de agua de la ducha y que habías hecho lo mismo sobre tu sexo). 
 Te extendí la crema por tus preciosas y macizas piernas mientras notaba cómo mi pene se empalmaba. Te diste cuenta y me bajaste el pantalón del pijama y el bóxer azul turquesa y dejaste salir mi polla. La acariciaste varias veces hasta que me dijiste:
- Ya tengo que prepararme o llegaré tarde. Ahora cuando me vaya sigue jugando con tu miembro…y mándame fotos al móvil. 

Te pusiste (con intención de excitarme y rompiendo tu costumbre de no usar ropa interior) un tanga blanco que me resultó muy familiar. Inclinaste tu cuerpo hasta quedar con el culo en pompa como en el vídeo que había visto la noche antes. De nuevo la tira del tanga se perdía provocadora en la raja de tu culo y la tela casi era incapaz de tapar en esa postura los labios vaginales. 

- ¿Es el mismo que el del vídeo, verdad?- te pregunté.
Te incorporaste de nuevo y me guiñaste un ojo. 

Antes de salir de casa, me diste un beso de buenas noches.

No te olvides de esas fotos. Las quiero sin falta. Ten ardientes sueños, amor mío. Nos vemos en unas horas- me dijiste antes de salir. 

Después de haber jugado con mi verga y todavía percibiendo el olor de mis flujos te escribo este texto por ser la diosa que eres y mientras te espero para tenerte de nuevo entre mis brazos. 





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