Madame
Noir se levantó y tomó la fusta negra de Cristal. Cuando vi a
aquella mujer apoderarse de semejante artilugio, tragué saliva.
Sabía de sobra que tenía relación con el castigo al que había
hecho referencia. Golpeando con suavidad con la punta de la fusta en
la palma de la mano, la mujer se acercó de nuevo a mí y se puso de
rodillas.
Contempló durante varios segundos la dureza de mi miembro y luego extendió el brazo con cuya mano sujetaba la fusta negra. Ésta se aproximaba peligrosamente a mi verga y pronto entró en contacto con ella. Madame Noir empezó a deslizar el oscuro objeto por toda la extensión de mi falo de manera que con el inicio de la fusta rozaba la piel de mi polla. Desde la base hasta el glande sentía una y otra vez el cosquilleo que me producía el incesante roce, mientras en la boca de la mujer se dibujaba una amplia sonrisa de satisfacción.
Contempló durante varios segundos la dureza de mi miembro y luego extendió el brazo con cuya mano sujetaba la fusta negra. Ésta se aproximaba peligrosamente a mi verga y pronto entró en contacto con ella. Madame Noir empezó a deslizar el oscuro objeto por toda la extensión de mi falo de manera que con el inicio de la fusta rozaba la piel de mi polla. Desde la base hasta el glande sentía una y otra vez el cosquilleo que me producía el incesante roce, mientras en la boca de la mujer se dibujaba una amplia sonrisa de satisfacción.
- Por detrás, Madame Noir, haz que pruebe la fusta por detrás- le dijo Cristal a su madre.
La
madura obedeció y pasó a situarse detrás de mí.
- Vamos, ponte a cuatro patas- me ordenó.
En
un primer momento me opuse pero, cuando volvió a repetirme la orden
de forma más brusca, comprendí que sería mejor acatar lo
ordenado por la mujer para que no se enfadase más. Así que me
coloqué en la postura solicitada, dejando mi culo a la entera
disposición de Madame Noir.
- Cristal, colócate el arnés y tú, Luvy, prepárate para agarrarle la verga a nuestro querido invitado- indicó Madame Noir.
En
cuanto Cristal se levantó para buscar el objeto mencionado por su
madre, noté cómo la fusta golpeaba por primer vez mi glúteo
derecho. Di un respingo ante el impacto y luego el golpeo se repitió
sobre mi nalga izquierda, dando así lugar al comienzo de una
sucesión de golpes de la fusta sobre mi culo con una fuerza que se
iba incrementando lentamente.
Cristal
ya se había ajustado el arnés y una polla de juguete sobresalía
del centro de aquel cinturón. Madame Noir le dio a Luvy la orden de
que se apoderase de mi falo y la joven así lo hizo: envolvió con su
mano mi verga y la acarició varias veces. A continuación, desplazó
con parsimonia la mano desde mis testículos hasta la punta del pene,
ejerciendo una ligera presión sobre él. Suspiré de placer ante la
acción de Luvy, que volvió inmediatamente a la carga apretando un
poco más, agitó mi polla una segunda, una tercera y una cuarta vez
y provocó que mis huevos se bambolearan.
Por detrás, los golpes de la fusta continuaban sobre mis glúteos, haciendo que la piel comenzara a arder. De pronto, los impactos cesaron momentáneamente y sentí una lengua lamiéndome el culo. Giré ligeramente la cabeza y observé a Cristal chupando mi piel irritada con la lengua hasta llegar a mi orificio anal. Allí se detuvo y empezó a humedecer el agujero pasando sobre él en repetidas ocasiones su húmeda lengua. Trazando círculos y empujando suavemente con la punta de la lengua hacia dentro, dejó mi no perfectamente lubricado y más todavía tras escupir en el varias veces y restregar la saliva con la lengua. La mano de Luvy seguía agitando mi miembro, que palpitaba ante cada sacudida de la chica. Mientras gozaba los movimientos de esa mano, sentí dos fuertes golpes de fusta en cada nalga, los más violentos que había recibido hasta ese mismo instante. Gemí de dolor e, inmediatamente, noté cómo sobre la raja de mi culo comenzaba a deslizarse la punta de la polla de juguete del arnés que llevaba Cristal. Encogí un poco el cuerpo protegiéndome ante lo que parecía la más que inevitable entrada del objeto en mi ano. A la vez que Luvy continuaba machacando mi verga sin contemplaciones y que Madame Noir no dejaba de azotarme con la fusta en los cada vez más enrojecidos glúteos, Cristal seguía torturándome con el lento pero imparable desplazamiento del dildo del arnés entre mis nalgas. Sentí que mi glande empezaba a humedecerse por completo y veía cómo brillaba debido a dicha humedad y bajo la luz de la habitación en la que nos encontrábamos. Las manos de Cristal se posaron sobre mi trasero y no tardaron en desplazar a un lado cada glúteo hasta dejar mi culo abierto. Un par de fuertes golpes de la fusta precedieron al momento en que la joven comenzó a impulsar la polla de silicona por mi orificio anal. La punta entró entera y un nuevo embiste de la chica hizo que mi ano engullese la mitad del dildo. Era la primera vez que me metían algo por el culo y la sensación fue de extrañeza y de algo de dolor e incomodidad. Esa sensación aumentó todavía más cuando Cristal tomó impulso ayudándose con las caderas y terminó de encajar por completo la polla en mi ano. No se contentó con eso sino que rápidamente comenzó a sacar y a meter el objeto moviendo la cintura hacia atrás y hacia delante, mientras Madame Noir sonreía complacida por lo que estaba viendo.
Por detrás, los golpes de la fusta continuaban sobre mis glúteos, haciendo que la piel comenzara a arder. De pronto, los impactos cesaron momentáneamente y sentí una lengua lamiéndome el culo. Giré ligeramente la cabeza y observé a Cristal chupando mi piel irritada con la lengua hasta llegar a mi orificio anal. Allí se detuvo y empezó a humedecer el agujero pasando sobre él en repetidas ocasiones su húmeda lengua. Trazando círculos y empujando suavemente con la punta de la lengua hacia dentro, dejó mi no perfectamente lubricado y más todavía tras escupir en el varias veces y restregar la saliva con la lengua. La mano de Luvy seguía agitando mi miembro, que palpitaba ante cada sacudida de la chica. Mientras gozaba los movimientos de esa mano, sentí dos fuertes golpes de fusta en cada nalga, los más violentos que había recibido hasta ese mismo instante. Gemí de dolor e, inmediatamente, noté cómo sobre la raja de mi culo comenzaba a deslizarse la punta de la polla de juguete del arnés que llevaba Cristal. Encogí un poco el cuerpo protegiéndome ante lo que parecía la más que inevitable entrada del objeto en mi ano. A la vez que Luvy continuaba machacando mi verga sin contemplaciones y que Madame Noir no dejaba de azotarme con la fusta en los cada vez más enrojecidos glúteos, Cristal seguía torturándome con el lento pero imparable desplazamiento del dildo del arnés entre mis nalgas. Sentí que mi glande empezaba a humedecerse por completo y veía cómo brillaba debido a dicha humedad y bajo la luz de la habitación en la que nos encontrábamos. Las manos de Cristal se posaron sobre mi trasero y no tardaron en desplazar a un lado cada glúteo hasta dejar mi culo abierto. Un par de fuertes golpes de la fusta precedieron al momento en que la joven comenzó a impulsar la polla de silicona por mi orificio anal. La punta entró entera y un nuevo embiste de la chica hizo que mi ano engullese la mitad del dildo. Era la primera vez que me metían algo por el culo y la sensación fue de extrañeza y de algo de dolor e incomodidad. Esa sensación aumentó todavía más cuando Cristal tomó impulso ayudándose con las caderas y terminó de encajar por completo la polla en mi ano. No se contentó con eso sino que rápidamente comenzó a sacar y a meter el objeto moviendo la cintura hacia atrás y hacia delante, mientras Madame Noir sonreía complacida por lo que estaba viendo.
Luvy
había acelerado las agitaciones de su mano y como una posesa
apretaba y sacudía mi falo de arriba a abajo. Empecé a notar cómo
la polla que tenía insertada en el culo llegaba casi hasta mi
vientre con cada nueva acometida de Cristal, que parecía no cansarse
nunca. Yo estaba temblando de placer, de dolor, de gusto. Casi sin
darme cuenta, abrí más las piernas para permitir que Cristal me
follase con mayor facilidad. Al percatarme de lo que acababa de
hacer, sentí cierta vergüenza de mí mismo, por dejarle claro a la
chica que me estaba gustando que me diese por el culo y que deseaba
que siguiera haciéndolo. A Madame Noir no le pasó desapercibido mi
gesto:
- Mirad cómo abre más el culo para que se lo follen. Sí, lo está gozando. Dale su merecido, Cristal. Pártele ese culito tan delicioso que tiene- le comentó a su hija.
Rápidamente
ésta aceleró el ritmo y la polla de juguete se puso a entrar y a
salir a una velocidad frenética. Lo mismo hacía por delante Luvy,
cuya mano era una auténtica furia en mi polla. Mis huevos estaban
tan duros, tan hinchados, que sabía que estaba a punto de eyacular.
Y eso fue lo que sucedió un minuto más tarde: con el dildo
desvirgando mi culo con frenesí y con la fusta de Madame Noir
golpeando de nuevo mis nalgas, Luvy machacó un par de veces más mi
rojizo y pringoso glande hasta que un primer y enérgico chorro de
semen fue a parar a la parte frontal de su cuerpo.
Mientras me corría, Cristal y su madre continuaban con sus respectivas acciones. Un segundo chorro de leche aterrizó sobre los muslos de Luvy, cuyas medias iban absorbiendo lentamente el espeso y blanco flujo que manaba de mi polla. Por último, Luvy abrió la boca y se bebió entera la última descarga que manó de la punta de mi verga. Cerré los ojos y respiré algo aliviado, cuando dejé de sentir los golpes de la fusta y el dildo penetrando en mi ano. Pero la tregua de aquellas tres mujeres no iba a durar mucho tiempo.
Mientras me corría, Cristal y su madre continuaban con sus respectivas acciones. Un segundo chorro de leche aterrizó sobre los muslos de Luvy, cuyas medias iban absorbiendo lentamente el espeso y blanco flujo que manaba de mi polla. Por último, Luvy abrió la boca y se bebió entera la última descarga que manó de la punta de mi verga. Cerré los ojos y respiré algo aliviado, cuando dejé de sentir los golpes de la fusta y el dildo penetrando en mi ano. Pero la tregua de aquellas tres mujeres no iba a durar mucho tiempo.