19 de noviembre de 2017

DOMADO POR UNA PUTA (11)

Madame Noir se levantó y tomó la fusta negra de Cristal. Cuando vi a aquella mujer apoderarse de semejante artilugio, tragué saliva. Sabía de sobra que tenía relación con el castigo al que había hecho referencia. Golpeando con suavidad con la punta de la fusta en la palma de la mano, la mujer se acercó de nuevo a mí y se puso de rodillas. 




Contempló durante varios segundos la dureza de mi miembro y luego extendió el brazo con cuya mano sujetaba la fusta negra. Ésta se aproximaba peligrosamente a mi verga y pronto entró en contacto con ella. Madame Noir empezó a deslizar el oscuro objeto por toda la extensión de mi falo de manera que con el inicio de la fusta rozaba la piel de mi polla. Desde la base hasta el glande sentía una y otra vez el cosquilleo que me producía el incesante roce, mientras en la boca de la mujer se dibujaba una amplia sonrisa de satisfacción.

  • Por detrás, Madame Noir, haz que pruebe la fusta por detrás- le dijo Cristal a su madre.

La madura obedeció y pasó a situarse detrás de mí.

  • Vamos, ponte a cuatro patas- me ordenó.

En un primer momento me opuse pero, cuando volvió a repetirme la orden de forma más brusca, comprendí que sería mejor acatar lo ordenado por la mujer para que no se enfadase más. Así que me coloqué en la postura solicitada, dejando mi culo a la entera disposición de Madame Noir.

  • Cristal, colócate el arnés y tú, Luvy, prepárate para agarrarle la verga a nuestro querido invitado- indicó Madame Noir.

En cuanto Cristal se levantó para buscar el objeto mencionado por su madre, noté cómo la fusta golpeaba por primer vez mi glúteo derecho. Di un respingo ante el impacto y luego el golpeo se repitió sobre mi nalga izquierda, dando así lugar al comienzo de una sucesión de golpes de la fusta sobre mi culo con una fuerza que se iba incrementando lentamente.

Cristal ya se había ajustado el arnés y una polla de juguete sobresalía del centro de aquel cinturón. Madame Noir le dio a Luvy la orden de que se apoderase de mi falo y la joven así lo hizo: envolvió con su mano mi verga y la acarició varias veces. A continuación, desplazó con parsimonia la mano desde mis testículos hasta la punta del pene, ejerciendo una ligera presión sobre él. Suspiré de placer ante la acción de Luvy, que volvió inmediatamente a la carga apretando un poco más, agitó mi polla una segunda, una tercera y una cuarta vez y provocó que mis huevos se bambolearan. 




Por detrás, los golpes de la fusta continuaban sobre mis glúteos, haciendo que la piel comenzara a arder. De pronto, los impactos cesaron momentáneamente y sentí una lengua lamiéndome el culo. Giré ligeramente la cabeza y observé a Cristal chupando mi piel irritada con la lengua hasta llegar a mi orificio anal. Allí se detuvo y empezó a humedecer el agujero pasando sobre él en repetidas ocasiones su húmeda lengua. Trazando círculos y empujando suavemente con la punta de la lengua hacia dentro, dejó mi no perfectamente lubricado y más todavía tras escupir en el varias veces y restregar la saliva con la lengua. La mano de Luvy seguía agitando mi miembro, que palpitaba ante cada sacudida de la chica. Mientras gozaba los movimientos de esa mano, sentí dos fuertes golpes de fusta en cada nalga, los más violentos que había recibido hasta ese mismo instante. Gemí de dolor e, inmediatamente, noté cómo sobre la raja de mi culo comenzaba a deslizarse la punta de la polla de juguete del arnés que llevaba Cristal. Encogí un poco el cuerpo protegiéndome ante lo que parecía la más que inevitable entrada del objeto en mi ano. A la vez que Luvy continuaba machacando mi verga sin contemplaciones y que Madame Noir no dejaba de azotarme con la fusta en los cada vez más enrojecidos glúteos, Cristal seguía torturándome con el lento pero imparable desplazamiento del dildo del arnés entre mis nalgas. Sentí que mi glande empezaba a humedecerse por completo y veía cómo brillaba debido a dicha humedad y bajo la luz de la habitación en la que nos encontrábamos. Las manos de Cristal se posaron sobre mi trasero y no tardaron en desplazar a un lado cada glúteo hasta dejar mi culo abierto. Un par de fuertes golpes de la fusta precedieron al momento en que la joven comenzó a impulsar la polla de silicona por mi orificio anal. La punta entró entera y un nuevo embiste de la chica hizo que mi ano engullese la mitad del dildo. Era la primera vez que me metían algo por el culo y la sensación fue de extrañeza y de algo de dolor e incomodidad. Esa sensación aumentó todavía más cuando Cristal tomó impulso ayudándose con las caderas y terminó de encajar por completo la polla en mi ano. No se contentó con eso sino que rápidamente comenzó a sacar y a meter el objeto moviendo la cintura hacia atrás y hacia delante, mientras Madame Noir sonreía complacida por lo que estaba viendo.




Luvy había acelerado las agitaciones de su mano y como una posesa apretaba y sacudía mi falo de arriba a abajo. Empecé a notar cómo la polla que tenía insertada en el culo llegaba casi hasta mi vientre con cada nueva acometida de Cristal, que parecía no cansarse nunca. Yo estaba temblando de placer, de dolor, de gusto. Casi sin darme cuenta, abrí más las piernas para permitir que Cristal me follase con mayor facilidad. Al percatarme de lo que acababa de hacer, sentí cierta vergüenza de mí mismo, por dejarle claro a la chica que me estaba gustando que me diese por el culo y que deseaba que siguiera haciéndolo. A Madame Noir no le pasó desapercibido mi gesto:

  • Mirad cómo abre más el culo para que se lo follen. Sí, lo está gozando. Dale su merecido, Cristal. Pártele ese culito tan delicioso que tiene- le comentó a su hija.

Rápidamente ésta aceleró el ritmo y la polla de juguete se puso a entrar y a salir a una velocidad frenética. Lo mismo hacía por delante Luvy, cuya mano era una auténtica furia en mi polla. Mis huevos estaban tan duros, tan hinchados, que sabía que estaba a punto de eyacular. Y eso fue lo que sucedió un minuto más tarde: con el dildo desvirgando mi culo con frenesí y con la fusta de Madame Noir golpeando de nuevo mis nalgas, Luvy machacó un par de veces más mi rojizo y pringoso glande hasta que un primer y enérgico chorro de semen fue a parar a la parte frontal de su cuerpo. 




Mientras me corría, Cristal y su madre continuaban con sus respectivas acciones. Un segundo chorro de leche aterrizó sobre los muslos de Luvy, cuyas medias iban absorbiendo lentamente el espeso y blanco flujo que manaba de mi polla. Por último, Luvy abrió la boca y se bebió entera la última descarga que manó de la punta de mi verga. Cerré los ojos y respiré algo aliviado, cuando dejé de sentir los golpes de la fusta y el dildo penetrando en mi ano. Pero la tregua de aquellas tres mujeres no iba a durar mucho tiempo.

12 de noviembre de 2017

DOMADO POR UNA PUTA (10)

Madre e hija me rodearon de nuevo. Otra vez sus manos insaciables comenzaron a recorrer mi espalda y mi torso. En esta ocasión era Cristal la que se situó delante de mí y Madame Noir detrás. Las manos de ésta circulaban sin obstáculo alguno desde mis hombros hasta la parte baja de la espalda. Las yemas de los dedos de la mujer rozaban el inicio de mi bóxer y amenazaban con descender hasta las nalgas. Por delante, Cristal se hallaba casi pegada a mí tanto que el bulto de mi entrepierna tocaba ligeramente la parte delantera del tanga de la chica. El tejido de mi bóxer y el de su tanga parecían estar besándose y más todavía cuando la joven empezó a mover ligeramente las caderas. Al hacerlo, restregaba su propia entrepierna con mi paquete, que no paraba de palpitar. Cristal se arrimó un poco más y nuestros cuerpos quedaron, ya sí, totalmente pegados. En mi torso desnudo noté la dureza de las firmes tetas de Cristal, aún ocultas bajo el sujetador negro y el calor que manaba del coño de la chica traspasaba su tanga y mi bóxer y lo podía percibir en mis genitales.

Fue entonces cuando la joven le hizo una señal a su madre y ambas se pusieron en cuclillas. No tardé en sentir las manos de Madame Noir acariciando mis nalgas sobre el bóxer: las masajeaba con fuerza y las empujaba hacia el centro como si quisiera estrujarlas o fundirlas en una sola. Del masaje pasó pronto a los pellizcos y noté cómo los dedos de la mujer aprisionaban parte de mis glúteos y y los apretaban hasta hacerme dar pequeños respingos. La mano derecha de Cristal agarró mi paquete e intentó oprimirlo ante lo cual gemí de placer y de dolor al mismo tiempo y volví a hacerlo tras una nueva acometida de la chica. Miré a Luvy, quien se había bajado la parte superior del vestido para comenzar a tocarse los senos desnudos. Aquellas areolas, aquellos duros pezones eran una auténtica maravilla para mi vista. Luvy abría y cerraba los muslos, jugando conmigo, mostrándome y ocultándome su sexo con cada uno de sus movimientos de piernas y con la intención de hacerme desesperar. Su coño cada vez estaba más empapado y desde mi posición podía observar perfectamente cómo una fina hilera de flujo colgaba de uno de los labios vaginales. Contemplé a Luvy embobado durante unos instantes hasta que volví al juego que Madame Noir y su hija se traían conmigo: de forma sincronizada las dos mujeres comenzaron a deslizar mi bóxer hacia abajo y noté cómo la piel que cubierta por la prenda iba quedando centímetro a centímetro al descubierto. Mi culo quedó al descubierto para Madame Noir al igual que mi polla para Cristal. La verga salió como un resorte, totalmente tiesa y e hinchada. Cristal, que en su mano izquierda llevaba la fusta y el anillo, envolvió mi pene con la mano derecha y lo agitó de forma suave un par de veces, hasta que dejó al aire mi rojizo y húmedo glande.




  • Querida Madame Noir, ¿qué hacemos ahora con esto?- le preguntó a su progenitora.

Ésta se asomó un poco a mi parte delantera y observó, con detalle y gozosa, toda mi tranca.

  • Ummm...No sé, Pero está claro que así no podremos ponerle el anillo. Habrá que hacer que se relaje un poco la polla- le contestó la mujer a su hija.
  • Ya has oído a Madame Noir: necesitamos que tu verga se relaje un poco para poder colocarle este precioso anillo. Cuando lo tengas puesto, te va a gustar. Sentirás sobre tu miembro una ligera presión tu polla permanecerá firme y alzada en todo momento y, además, retrasará tu eyaculación- me comentó Cristal.

Me acababa de quedar totalmente claro para qué servía ese anillo y era evidente que las dos mujeres estaban dispuestas a utilizarlo conmigo. 



Con el paso de los segundos mi falo seguía empalmado por toda la situación creada entorno a mí y no daba la sensación de que se me fuera a poner flácido por sí solo. Era imposible que esto sucediera con madre e hija acorralándome de esa manera y con la presencia en la habitación de Luvy, quien cada vez parecía gozar más con todo lo que estaba sucediendo.

Pese a que Madame Noir y su hija dejaron momentáneamente de sobar mi cuerpo a la espera de que mi miembro perdiera algo de dureza, esto no ocurría y empecé a agobiarme al notar la creciente impaciencia de las dos mujeres por no poder hacer aún uso del aro para el pene.

  • No hay manera, no se le baja en absoluto, todo lo contrario: fíjate en las continuas palpitaciones, observa cómo en cada una de ellas la verga se alza como si tuviese vida propia para luego volver a su posición anterior- le indicó Madame Noir a Cristal.

  • Mmmm....Déjame pensar un poco....Creo que no habrá más remedio que forzar la relajación de la polla y luego empezar de cero. Pero ésa es mi opinión. Tú eres la que mandas aquí- le comentó Cristal a su madre.
  • Tienes razón: yo también pienso eso. Será lo mejor. No podemos perder más tiempo esperando. Pero también tengo que respetar el acuerdo que concreté con Luvy sobre la excepción de que hoy no recibamos la leche de nuestro voluntario dentro, ya que, en esta ocasión, se trata de alguien especial para ella y quiere su semen en exclusiva. Así que lo mejor es que la invitemos a que se acerque y se una a nosotras para que esté a nuestro lado en el momento en que se produzca la eyaculación- indicó Madame Noir.

Cristal dio su conformidad a lo dicho por su progenitora y ésta llamó a Luvy con la mano. La chica se levantó de su asiento y, sin recomponer su vestido y con los pechos desnudos al aire, se aproximó lentamente hacia donde nos encontrábamos los tres. Cristal se desplazó un poco hacia la izquierda, Madame Noir se situó justo delante de mí y pegada a ella, a mi derecha, se puso de rodillas Luvy.

  • Antes de hacerle expulsar la leche para poder luego iniciar, por fin, el juego previsto, habrá que someterle a un pequeño castigo por habernos hecho perder tiempo, ¿no creeis?- les preguntó Madame Noir a su hija y a Luvy.

Ambas asintieron y yo tuve que resignarme a soportar el castigo que estaba a punto de recibir.




5 de noviembre de 2017

DOMADO POR UNA PUTA (9)


Madame Noir se situó delante de mí y su hija Cristal se colocó detrás. Luvy continuaba a mi lado derecho, atenta a los acontecimientos. Cuando, casi al unísono, la mano de Madame Noir se posó sobre uno de mis hombros y la de su hija sobre el otro, mi corazón se aceleró más de lo que ya lo estaba. Aquellas dos mujeres imponían, especialmente la madre con su vestimenta de cuero.

  • Veo que no exagerabas cuando me hablaste de que tenías “carne fresca” para mí: atractivo, elegante y con una mirada en la que se adivina la lascivia y el deseo desenfrenado. Y, por supuesto, un buen paquete- le comentó Madame Noir a Luvy, a la vez que me contemplaba con total descaro el bulto de mi entrepierna.

No lo había podido evitar: ver primero, mientras subíamos por las escaleras, el coño de Luvy sin bragas y, después, contemplar a aquellas otras dos mujeres, la forma en la que iban vestidas y el roce de sus manos en mis hombros habían hecho que mi polla reaccionase y hubiera empezado a empalmarse bajo el pantalón. Sin que estuviera aún plenamente empalmada, la dureza que tenía en ese momento atrajo la atención de Madame Noir. Su mano fue bajando lentamente por mi torso, perdiéndose entre la chaqueta y la camisa, al tiempo que por detrás Cristal hacía el mismo recorrido manual que su progenitora pero por mi espalda. En ese instante, Luvy se sentó en un sofá que había en la habitación y se puso cómoda. Debió darse cuenta de que el juego que madre e hija tenían previsto realizar conmigo no había hecho más que empezar. La joven no cruzó las piernas sino que las mantenía parcialmente separadas, permitiéndome ver desde mi posición la raja de su coño completamente depilado. Sentí cómo mi verga palpitaba más y sus incesantes movimientos bajo el bóxer.

Entre Madame Noir y su hija me despojaron de de la chaqueta y, mientras Cristal me sacaba la camisa del pantalón por la parte trasera, su madre me deshacía el nudo de la corbata y con dicha prenda ya suelta jugaba entorno a mi cuello. Cristal introdujo sus dos manos bajo la camisa y comenzó a acariciar mi espalda. El contacto de esas manos con mi piel caliente resultaba toda una delicia. Con delicadeza los dedos subían y bajaban por la espalda, masajeándola. Madame Noir no tardó en desabrochar por delante el primer botón y luego el segundo. Rápidamente su mano derecha se metió por dentro de la prenda y entró en contacto con mi pecho. Luvy se mordía el labio inferior de la boca contemplando la escena, mientras abría un poco más sus piernas, dejándome ver así con mayor claridad todo el esplendor de su coño. Cuando la yema de los dedos de la mujer llegaron hasta mis rosados y pequeños pezones, suspiré de placer. Ante esa evidencia, la madura insistió unos instantes más con los pezones, apretándolos hacia dentro y presionándolos cada vez con mayor fuerza. Luego, continuó desabrochando la camisa hasta dejarla abierta y todo mi torso al descubierto. Su hija tiró de la prenda y me la quitó, provocando así que me quedara totalmente desnudo de cintura para arriba ante ellas.

El sentirme manoseado por ambas mujeres a la vez me encendió más todavía y mi miembro había alcanzado su máximo grado de erección, aún oculto bajo el pantalón. Pero no iba a durar mucho más tiempo escondido. Madame Noir y su hija estaban ansiosas e impacientes por seguir. Fue la madre la que agarró mi pantalón por la cintura y, mientras la hija se ponía también delante de mí y me lamía el pezón izquierdo, ella comenzó a aflojar el cinturón y a bajar la cremallera. El sonido de ésta última descendiendo se mezclaba con el de los lametones de Cristal sobre mi torso. 



No aguanté más y quise tocar las tetas de Cristal, casi tan grandes y voluptuosas como las de su madre. Estiré el brazo para arrancarle el sujetador pero Cristal frenó bruscamente mi intento.

  • ¡Quieto! Aquí mandamos nosotras. Somos quienes llevamos las riendas del juego y las que decidimos qué hacer y cuándo. ¿Lo entiendes?- exclamó la chica pellizcando con fuerza mis dos pezones como castigo a mi atrevimiento.
Grité de dolor ante esa acción de la joven y asentí con la cabeza a su imposición. Me di cuenta de que aquel juego, de que aquella situación, no era cosa baladí y de que iba a ser mucho más salvaje de lo que hubiera esperado. Y más todavía cuando observé cómo Cristal se apartaba de mí y se acercaba a una mesa. De ella tomó una fusta negra y un aro metálico.

  • ¡Joder!- fue la expresión que se escapó de mi boca al ver eso y justo en el instante en que Madame Noir me bajaba el pantalón y me lo sacaba por los pies.

Ya únicamente el bóxer tapaba mis genitales de las perversas miradas de la madre y de la hija. Luvy seguí sin perder detalle de lo que sucedía en la habitación. Y su sexo brillaba ya de humedad bajo el diminuto vestido negro. Era evidente que todo aquello la estaba excitando. Su lengua asomó entre los labios y fue de un extremo al otro de la boca, al tiempo que la chica miraba con lascivia mi tiesa y dura polla marcada en el bóxer.

  • ¡Ufff, buena polla gastas!- me dijo Madame Noir, mientras clavaba su mirada en mi bulto.

Cristal volvió a acercarse a mí: en una mano llevaba la fusta, en la otra el anillo. No había que ser un sabio para saber que esos dos objetos iban destinados a mí. Empecé a imaginar lo que harían con esa fusta pero lo que no tenía tan claro era la utilidad del anillo. Sin embargo, no tardaría mucho más en averiguarlo.