29 de septiembre de 2015

ORGASMOS CON EL DEPORTE.

Para aquellas chicas a las que les cueste o les dé pereza el ejercicio físico, traigo un estímulo extra para acabar con esa indolencia para practicar deporte: según un estudio hay muchas mujeres que llegan al orgasmo a través del ejercicio físico. Abdominales, ciclismo, pesas....Hay una gran variedad.

No soy mujer, pero puedo confirmar que en mi caso la práctica de ciclismo me excita y mucho. El ir moviendo los muslos para pedalear, el roce de mi miembro con el sillín y con los propios muslos, el uso del culotte ciclista sin ropa interior (como debe ser, pues esa prenda ya lleva una badana para que no tengas que usar nada debajo y evitar rozaduras) que hace que se sienta ese roce mucho más...¡Ummmmm...delicioso!

Así que os animo a todas las mujeres a que practiquéis deporte al aire libre (mejor así siempre que se pueda) o en un gimnasio: es sano, libera endorfinas, despeja tu mente, reduce el estrés...Ponte un top o una camiseta, unas ceñidas mallas (sin nada debajo, por favor, lo sentirás todo mucho mejor), tus zapatillas deportivas....y a llegar a la meta...del orgasmo.

http://www.abc.es/20120320/ciencia/abci-mujeres-tienen-orgasmos-gimnasio-201203201001.html

27 de septiembre de 2015

DIARIO DE UN PROFESOR ACOSADO (4).

                                            DIARIO DE UN PROFESOR ACOSADO (4).


No pude resistirme a leer el correo: fui incapaz de dejarlo para la mañana siguiente y me quedé sin palabras en cuanto empecé a ver el contenido.

“Profesor, después de lo que sucedió esta mañana creo que ha llegado el momento de que sepas, si es que no eras consciente ya, que soy yo, Patricia, la alumna que sueña contigo, la que te desea, la que se masturba a diario pensando en ti, en tu mirada, en tu voz, en tus manos, en todo tu cuerpo. Soy yo quien te ha estado provocando  estos últimos días. Sinceramente, he decidido confesártelo ya hoy porque observé que, mientras hacía el examen, no dejabas de mirarme con cara de deseo y, además, me di cuenta de que hacías movimientos extraños con tu mano dentro del bolsillo del pantalón. Por último, al acercarme para besarte como agradecimiento  por permitirme recuperar el examen, sentí tu entrepierna muy dura y abultada. Así que me parece que tú también te mueres de ganas por mí y con eso he logrado la primera parte de mi objetivo: acosarte hasta llamar tu atención para que estuvieras pendiente de mí y me desearas”.

Continué leyendo el correo lleno de asombro y curiosidad:

“Cuando llegué a casa después del examen, ¿sabes que hice? Recordar la dureza sentida en tu cuerpo, tu miembro hinchado pegado a mí durante unos muy breves instantes pero suficientes para que encenderme todavía más y llevarme a hacerme unos dedos imaginándote. Me corrí delicioso, más que ninguna otra vez hasta ahora, pues jamás había tenido la ocasión de gozar del roce de tu cuerpo, de tu paquete.

Pero, por supuesto, no me voy a conformar con eso. Es sólo el primer paso. Ahora quiero más, mucho más. Todas las fantasías sexuales que he tenido desde que empezaron tus clases y desde que te vi por primera vez, todos esos instantes tocándome y masturbándome sola, aunque contigo en la mente, todo eso quiero compartirlo contigo. Soy muy impaciente y quiero comenzar ya a ver cumplidas esas fantasías contigo y a poseerte entero para mí.
Seré yo quien marque las reglas del juego, la que establezca qué, cómo, cuándo y dónde. Y lo digo así, tan segura, porque estoy convencida de que no podrás negarte, pues ya has caído en mis redes. Continuaré acosándote y teniéndote en vilo por no saber cuándo aparecerá la fiera sexual y en celo que estoy hecha. Si te lo ganas, te concederé luego el papel de “amo” para que seas tú tome las riendas del juego. Te advierto de que no será fácil. Para eso tendrás que cumplir todo lo que mi mente perversa, calenturienta, de puta, sí, de auténtica zorra, ha maquinado desde el principio de curso y siga tramando. Te aseguro que son cosas que nunca te habrías imaginado y menos de una mujer joven como yo y tu mejor alumna.

He preparado una lista con cada una de mis fantasías. No pienses que te las voy a revelar todas de golpe: perdería el encanto. La primera te la comunicaré mañana, después de las clases. Te esperaré en el baño de chicos, 10 minutos más tarde de que finalice la última clase. Así ya no quedará nadie por ahí y no nos molestarán. Estaré esperándote dentro de uno de los habitáculos con la puerta cerrada. Más vale que te presentes porque, si no, te acosaré de tal manera que terminarás por venir a mí desesperado, suplicándome e implorándome por mi cuerpo. Lo que has visto estos días no es nada comparado con aquello que te puedo dar.

P.D.: Por cierto, debes cuidar más la vigilancia sobre tus alumnos. Te he sacado fotos durante las últimas clases y ni siquiera te has percatado. ¡Qué deliciosas corridas he tenido mirándolas! Y eso que estabas vestido. Muero de ganas por ver ese cuerpo desnudo y tener todo ese bulto que se te marca bajo los pantalones dentro de mí”.


Así terminaba el correo electrónico. Aparecían varias imágenes de mi entrepierna y de mi culo que Patricia había logrado obtener durante las horas de clase. Yo mismo me sorprendí al comprobar que en algunas se me marcaba bastante el paquete. En una, incluso, se dibujaba sobre el tejido del jeans la silueta de mi polla.
Era innegable que mi alumna sabía jugar sus cartas a la perfección y que tenía una imaginación sexual muy desarrollada.
Otra vez tardé en conciliar el sueño. Patricia me tenía totalmente atrapado. Estaba sin escapatoria: si no acudía a ese encuentro en los baños, sabe Dios qué clase de “tortura” me tendría preparada. Debía acudir, no me quedaba más remedio.  Me quedé pensando también cómo sería la situación durante la siguiente clase. ¿Cómo reaccionaría yo, cómo sería la actitud de Patricia?

El sonido del móvil me arrancó de golpe de todos estos pensamientos. Me alertaba de la llegada de un nuevo correo. A esas horas de la madrugada sólo podría ser de ella, de mi alumna. Tomé el teléfono y comprobé que había acertado.

“¿No puedes dormir?” rezaba el asunto y venían cuatro archivos adjuntos.

-Esta chica es una auténtica experta. Conoce mis reacciones, sabe cómo me siento- pensé antes de pulsar sobre el correo para leerlo.

“Querido profesor. Sé que después de haber leído mi primer correo estarás impactado, pero, por otra parte, aliviado por conocer ya definitivamente que soy yo tu acosadora. También me imagino que estarás ahí, en tu cama, dándole vueltas a la cabeza y que habrás tomado la decisión de acudir al encuentro. Tú también me vas conociendo poco a poco y habrás comprendido que es lo mejor, pues, si no,  te quedaría por delante un auténtico martirio debido a mis artes. Relájate, mi profesor. Todo va a salir bien. Yo soy muy discreta y seguro que tú también lo eres. ¿sabes lo que estoy haciendo ahora? Te mando unas fotos para que lo compruebes por ti mismo. Tal vez deberías hacer lo mismo que yo. Te ayudará adormir a gusto y relajado. Buenas y ardientes noches, profesor. Nos vemos mañana”.

El poco sueño que tenía desapareció al leer las palabras de Patricia. Intuía cuál sería el contenido de las fotos, lo que no imaginaba era su intensidad. Abrí la primera y aparecía ella de cuerpo entero, desnuda por completo, tumbada en la cama y abierta de piernas. En su rostro se dibujaba una sonrisa pícara y sus ojos verdes miraban a la cámara llenos de provocación. La mano derecha estaba colocada sobre la teta del mismo lado. El pecho izquierdo estaba a la vista, precioso, y en esa posición se veía el oscuro pezón erguido en relieve. Mi polla reaccionó y noté el cosquilleo al empezar a aumentar de tamaño y a empalmarse. Centré luego mi mirada en el sexo de mi alumna que lucía espectacular, depilado y ligeramente brillante por la humedad producto de su excitación. La verga se me puso tiesa por completo bajo mi bóxer celeste, única prenda con la que me disponía a dormir.

En la segunda foto Patricia estaba de espaldas, de rodillas sobre la cama con su macizo culo en pompa ofreciéndomelo entero. La cabeza la tenía vuelta, mirando sonriente al objetivo. ¡Qué glúteos, qué forma tan sensual! ¡Y esa raja en medio y el agujero del ano! Ver todo ese espectáculo provocó que manchara mi bóxer, mojándolo con la intensa y olorosa humedad de mi polla.

En la tercera foto el asunto subía todavía más de tono. Mi alumna me ofrecía un perfecto primer plano de su coño penetrado por un dildo de color rosa. Lo tenía metido prácticamente hasta el fondo. El sexo de la joven estaba completamente húmedo y manchado de restos de flujo espeso y blanco. No pude resistirme más: introduje mi mano dentro del bóxer y empecé a masturbarme. Al primer contacto con mi polla la mano se me llenó de un líquido pegajoso y caliente. Otra vez Patricia me había llevado al límite. De nuevo tenía ahí a su profesor tocándose por ella, magreándose la verga y agitándosela. Sin perder de vista el coñito de mi alumna, me machacaba el pene a un ritmo cada vez mayor. Opté por quitarme el bóxer y tirarlo al suelo para estar más cómodo. Mi mano recorría toda la extensión de mi miembro, rozando el glande y cada milímetro de piel. Había perdido el control y lo único que deseaba en ese instante es que fuera la mano de patricia la que me estuviese masturbando, la que me apretase la polla hasta ordeñarme y sacar toda mi leche.

Abrí como pude la cuarta y última foto y observé una enorme mancha sobre las sábanas rojas de la cama de Patricia: había llegado hasta el final, se había corrido, empapando la cama por completo desde la entrepierna hasta los pies. Era increíble la oscura intensidad de aquella mancha. No dejé de mover mi mano ni un segundo, pero, al ver hasta dónde había llegado mi alumna, di un último acelerón a mi trabajo manual, noté el típico cosquilleo de antes de la eyaculación, pensé en Patricia, en su pronunciado escote, en sus magníficas tetas, en ese trasero que me volvía loco, en su coño penetrado, sucio y seguro que oliente y me corrí lanzando varios chorros de esperma que cayeron sin control alguno sobre mi cama y sobre el suelo del dormitorio.

Permanecí inmóvil unos segundos, con mi mano aún rodeando mi verga, de cuya punta todavía salían las últimas gotas de leche que resbalaban hacia abajo hasta impregnarme la mano.

-¡Joder! ¡Otra vez ha hecho conmigo lo que ha querido!- pensé mientras trataba de secar de mi frente el sudor que la bañaba.


Al final el sueño, ya a altas horas de la madrugada, me venció. El sonido del despertador interrumpió bruscamente mi corto descanso ya por la mañana temprano. Salí de la cama, me duché rápido, desayuné algo y salí para las clases. Tenía un cosquilleo en el estómago que no me dejaba tranquilo. Iba nervioso, sin saber cómo reaccionaría cuando viera a Patricia en el aula y, sobre todo qué sucedería al final de la mañana en el baño.
Al entrar en el aula de la clase de Latín, el miedo se apoderó de mí y fui incapaz de mirar a los alumnos en un primer momento. Sin levantar la vista del suelo dije “Buenos días” y me dirigí a mi mesa. Una vez allí ya no me quedó más remedio que elevar la mirada: justo delante de mí, en primera fila, en la mesa que está frente al profesor, se encontraba Patricia. Venía sin maquillar, al natural, preciosa, con su cabello recogido en una juvenil trenza. Llevaba una camiseta blanca sin mangas, con flores estampadas en la parte delantera. Debía de ser nueva, pues no se la había visto antes puesta y el tejido blanco estaba reluciente. Además lucía una minifalda de vuelo con cuadritos verdes y marrón café de tipo escocés. Apenas le cubría la primera parte de los muslos, dejando al descubierto las piernas casi en su totalidad.



Las tenía estratégicamente cruzadas y calzaba unos zapatos multicolor con plataforma. Estaba espectacular. Volví a mirar la faldita y parecía sacada de su época de colegiala. Patricia me pilló observando la prenda, me miró a los ojos y me sonrió.



Comencé a dar la clase, escribí unos conceptos en la pizarra y me giré para continuar con la explicación de cara a los alumnos. Mi mirada se dirigía una y otra vez a los muslos y a la falda de mi alumna, mientras proseguía como un autómata con la explicación del tema. Mi mente empezó a desear que Patricia descruzara las piernas: me moría en aquel instante por ver algo más. Me había dicho, cuando comenzó con el acoso, que no solía usar bragas, y mi verga se iba empalmando poco a poco al recordarlo y pensar que no llevase hoy.
Comprobé entonces cómo varias alumnas me miraron la entrepierna: se habrían dado cuenta de que mi bulto había aumentado de tamaño. Traté de concentrarme y de seguir la explicación pero ni hubo manera de impedir que mi polla se empalmase cada vez más. Continué dando la clase tratando de disimular al máximo mis miradas a la entrepierna de Patricia, que seguía en la misma postura. A veces movía un poco las piernas como si fuera a descruzarlas pero nunca llegaba a hacerlo. Me miraba y sonreía: estaba jugando conmigo y se sentía a gusto con ese juego.

La clase avanzaba y no fue hasta que faltaban unos minutos para concluir cuando pude ver algo más. Los alumnos estaban terminando de hacer una traducción y Patricia levantó la mano para avisarme de que tenía una duda. A la vez que levantó la mano, descruzó las piernas lentamente. La tela de la faldita quedó muy subida y mi alumna tenía los muslos parcialmente abiertos.



Era mi oportunidad: clavé mis ojos en la entrepierna de la joven y pude ver con total nitidez unas braguitas de encaje blancas inmaculadas. Mi polla palpitó varias veces ante semejante estímulo. Fue una auténtica delicia ver esa prenda íntima tan sexy. Sin embargo, estaba confuso: Patricia me había escrito al inicio del proceso de acoso que no usaba bragas y ahora, justo hoy, el día en que me había citado en los baños, llevaba unas puestas. No lo entendí en aquel momento pero un par de horas más tarde mis dudas al respecto se aclararon.

Me fui acercando a mi alumna y, al llegar ante ella, pude admirar todavía más de cerca la blancura de su ropa íntima. Sabía de sobra que tenía vía libre por parte de Patricia para observar las bragas sin necesidad de tener que disimular delante de ella, así que mantuve unos segundos más mi vista fija. Cuando le pregunté que cuál era la duda que le había surgido, me respondió que ninguna, que ya la había resuelto ella sola. En cuanto me hizo ese comentario, volvió a cruzar las piernas dando por concluida su breve exhibición.

La clase concluyó y los alumnos fueron abandonando el aula. Patricia se quedó rezagada a propósito. Fue la última en salir. Antes de hacerlo se acercó a mi mesa y me dijo:

- No te olvides, profesor. En los baños de chicos, minutos después de terminar la última clase.

Me limité a asentir y a seguir con mi vista cómo la joven salía del aula contoneando sus caderas y su culo a cada paso que daba a sabiendas de que yo la estaba observando.



Mi calentón era enorme pero debía dirigirme a la siguiente clase. Siempre dejo unos breves minutos entre clase y clase para dar tiempo a los alumnos a cambiar también de aula. Me sentía la polla dura, hinchada y tiesa y necesitaba aliviarme. No podía dar así la siguiente clase. Me apresuré a la zona de los baños, entré y me encerré en uno de esos pequeños aseos. Me bajé el pantalón y comprobé la mancha de humedad que había en la parte delantera de mi bóxer verde pistacho.



Bajo la prenda se encontraba mi verga empalmada y gruesa. Deslicé el bóxer hasta la mitad de los muslos y comencé a masturbarme.



No disponía de mucho tiempo, tenía que ser una paja rápida, lo suficiente como para poder calmar por un rato mi calentón.

Comencé a agotar mi polla de forma rápida y enérgica. De fondo se oían las voces por el pasillo de los alumnos que cambiaban de aula. Con ese coro de fondo seguí machacándome el pene, con los ojos cerrados, pensando en Patricia, en su rostro, en su cuerpo, en sus muslos, en esa faldita tan corta que llevaba hoy y que con el caminar elevaba su vuelo de forma que casi dejaba al descubierto el inicio de los glúteos. El tiempo me apremiaba y aceleré un poco más. Dejé de recorrer con la mano la extensión de toda mi verga y me centré exclusivamente en el glande. Sé que cuando quiero precipitar la eyaculación eso nunca falla. Envolví con mi mano aquel rojo y húmedo redondel con su agujerito en el centro y lo agité una, dos, tres, cuatro veces. Me encogía del placer que sentía y, al notar que estaba a punto de correrme.
Apreté con fuerza varias veces más y provoqué que un interminable chorro de leche saliera disparado ensuciando las losas y el suelo del aseo. Un segundo y un tercer chorro, ya menos enérgicos, me dejaron vacío de esperma y a aquel baño impregnado por completo de mi semen y oliendo a él.

Llevado por las prisas, me subí el bóxer, que se manchó con los últimos restos de esperma que salían de mi polla, y luego me recompuse el pantalón. Todavía sofocado y con la respiración agitada, entré en mi siguiente clase.
Las horas transcurrieron lentas. No me podía quitar de la cabeza el encuentro que iba a tener con mi alumna. La ansiedad y la curiosidad por ver qué es lo que ella tenía en mente lo único que hacían era hacer más eterno y lento el paso del tiempo.
Finalmente concluyó la última clase de la mañana. Por precaución dejé transcurrir unos minutos antes de dirigirme a los aseos, por si todavía quedaba allí algún alumno. Con lentitud me encaminé hacia ese lugar. El corazón parecía que se me iba a salir del pecho. La breve distancia que tenía que recorrer se me hizo eterna hasta que finalmente llegué a la puerta de los servicios. No me había cruzado con ningún alumno pero entré con mucha cautela, por si acaso. No había nadie dentro, ni en la zona de los lavabos ni en la de los urinarios, por lo que respiré aliviado. Las puertas de los pequeños habitáculos dotados con retrete estaban abiertas, menos una. La casualidad quiso que fuera justo donde me había masturbado horas antes. Respiré profundo y me acerqué a esa puerta cerrada. Dentro no se oía nada. No sabía si era realmente Patricia la que estaba dentro. Toqué varias veces con los nudillos sobre la puerta. Me sorprendió ver que no había nadie dentro. Sin embargo, aún se apreciaban los restos de mi corrida.

No comprendía nada. ¿Se habría arrepentido mi alumna? ¿Formaría parte este plantón  de su juego? Confuso y desconcertado me dispuse a salir del habitáculo pero me di cuenta de que detrás del retrete, en la parte de abajo, sobresalía un sobre grande de color blanco. Me agaché y lo cogí. Estaba cerrado y al palparlo noté algo abultado y blando dentro. Mi curiosidad me llevó a abrirlo y no di crédito a lo que había dentro: unas braguitas blancas. Y me resultaban familiar. Sin duda alguna eran las de Patricia. No salía de mi asombro e iba a sacarlas pero me percaté de que en el sobre había también un papel perfectamente doblado y plegado. Extraje primero ese papel y lo fui desdoblando. Era una nota de mi alumna en la que me aclaraba todo.

“Mi deseado profesor:
Perdón por no estar presente en persona. Todo forma parte de mi plan, era algo premeditado. Seguro que antes, al verme las bragas durante la clase, te extrañaste de que las llevara. Sigo sin usarlas pero hoy he hecho una excepción. Las compré ayer en una tienda de lencería y me las he puesto hoy con un único fin: regalártelas.



Quiero que las tengas así, usadas, con mi olor íntimo impregnado en ellas para que puedas olfatearlas cada vez que quieras, para que cuando te masturbes puedas aspirar mi aroma a la vez y pienses en mí y me desees, para que te corras con mi olor dentro de tu nariz. Sé que te va a gustar tenerlas y que en cuanto acabes de leer la nota las abrirás, las tocarás, las olerás y las besarás. Al quitármelas hace unos instantes aún estaban húmedas. He estado toda la mañana con el coño chorreando y mojado, mirándote en clase, observando cómo te crecía tu bulto. Cuando entré en los baños y me metí aquí dentro, me he tocado, me he frotado el coño con la mano puesta sobre las bragas y te las he dejado bien empapaditas para que las disfrutes al máximo.

Pero yo también quiero mi premio. Sí, profesor, una de las expresiones que he aprendido contigo es “quid pro quo”. Te vas a llevar mis braguitas pero a cambio te voy a pedir dos cosas: la primera es que te bajes los pantalones, te quites el bóxer o slip que lleves puesto y lo metas en el sobre. Lo cierras y lo dejas en el mismo sitio y de la misma forma en que lo encontraste. Pasaré luego a recogerlo. Yo también quiero olerte, tener tu aroma, aspirar el olor que deja tu polla, el de tus flujos. Seguro que mientras me mirabas en clase has mojado y manchado tu prenda íntima. Así que a partir de ahora mis masturbaciones serán más deliciosas. Estoy ansiosa por saber si será bóxer o slip, el color, su textura.

La segunda cosa que te pido es que apuntes tu número de móvil en este mismo papel. Tener tu dirección de correo está muy bien, pero creo que me he ganado a pulso tener tu teléfono. No te arrepentirás de apuntarlo. Te lo aseguro.
Antes de terminar quiero decirte algo sobre mis fantasías. Ya te comenté que eran muchas, pero las irás sabiendo de una en una. Deseo realizarlas todas contigo. Hoy te indicaré cuál es la primera: ir juntos a un sexshop. Te he puesto una facilita para empezar, para que no te asustes. ¿vendrás conmigo, verdad profesor? No dejarás que una jovencita ingenua vaya sola a un sexshop, tu alumna tan aplicada. A saber las cosas que me puedo encontrar ahí dentro.
Me pondré en contacto contigo para darte las instrucciones necesarias. Ahora te toca desnudarte y quitarte tu prenda íntima. Quiero tenerla ya en mi poder.

Besos calientes, mi querido profesor.”

Me quedé impresionado tras leer la nota. Patricia era una perfecta estratega. Su forma de llevar ese juego me tenía totalmente excitado y ansioso. Y fue allí, dentro de aquel maloliente aseo y después de haber leído su escrito, cuando tuve por primera vez claro que quería hacer el amor con mi alumna, sin importarme nada más. Mejor dicho, deseaba follar con ella como un salvaje.
Saqué las braguitas de Patricia del sobre y las abrí por completo. Busqué la zona de la entrepierna y me la acerqué a la nariz. Aspiré muy profundo, embriagándome del íntimo aroma a coño que de allí salía. En efecto, esa zona de la braguita aún estaba mojada, tanto que me dejó la nariz húmeda después de olerla. ¡Qué delicia de olor tan penetrante, tan a sexo!

Terminé de oler las bragas al completo: la cinturilla, la zona de los glúteos y del culo…..Quedé extasiado. Doblé la prenda y me la guardé, como si fuera un auténtico tesoro, en uno de los bolsillos de mi pantalón. Me quité los zapatos, luego me bajé y me saqué el jeans y me despojé de mi bóxer de color verde pistacho.









Patricia se iba a llevar un buen y merecido obsequio: había restos de semen seco de mi corrida matutina y manchas de humedad de la excitación del momento.



Lo metí en el sobre y acto seguido tomé un boli y fui apuntando dígito a dígito mi número de móvil en el papel de la nota. Al terminar de anotarlo, de meter el papel en el sobre y de cerrarlo, supe que ya no habría marcha atrás. Había sucumbido definitivamente al acoso de Patricia y estaba completamente en sus manos.

MUJERES QUE MIRAN POLLAS.

Estoy un poquito harto de que a los hombres se nos criminalice y se nos meta en el mismo saco de ser unos mirones de las tetas y los culos de las mujeres y de que hagamos comentarios o piropos obscenos y groseros. Mientras eso sucede, las mujeres son unas santas que sólo nos miran a los ojos,  los labios o los brazos. ¿Mirar ellas ciertas partes de los hombres? ¡Nunca, por Dios!


Se quejan de la actitud de los hombres pero ellas son exactamente iguales. Y, ojo, no me quejo de que miren, si no de que no lo reconozcan y de que encima quieran demonizar a los hombres.

Practico deporte desde hace muchísimos años y uso la ropa apropiada para ello. Mis preferidos son el ciclismo y el atletismo (running, para ser más exactos). Suelo utilizar ropa ceñida porque es la más cómoda y recomendable para estos deportes, no por ninguna otra razón. Pues bien, he vivido innumerables anécdotas relacionadas con lo dicho anteriormente. Necesitaría un buen rato para describir algunas de ellas, pero hoy ya es muy tarde, tal vez en otra ocasión. Sólo diré que las mujeres miran, ¡y vaya si miran! De todas las edades, desde adolescentes, veinteañeras, cuarentonas....Unas miran con cierto disimulo, otras con pleno descaro, sin cortarse.

En cierta ocasión, mientras practicaba ciclismo, paré unos instantes en la plaza de un parque para llenar mi bidón vacío de agua en una fuente. Había una mujer por allí, con su marido y el carrito del niño pequeño. La pillé mirando con descaro mi paquete una primera vez y luego una segunda, así tan natural para ella. Vamos, que lo único que le faltó fue preguntarme si podía bajarme el culotte y mostrarle mi miembro.
Y ya he dicho antes que no es un sólo caso, sino muchos.

No estoy criticando el que miren o dejen de mirar, cada una es libre de hacer lo que quiera, sino que luego no lo reconozcan y además nos echen en cara a los hombres que somos unos “babosos" con las mujeres y unos mirones, cuando ellas son iguales.

Todo esto viene porque leí este artículo hace un rato. Tiene cosas que son ciertas (ejemplo: la actitud de las mujeres con otras mujeres, la de algunos hombres..) pero no se dice nada de que las mujeres también miran las partes sexuales de los hombres.


http://intersexciones.com/los-hombres-que-miraban-fijamente-a-las-tetas/

Sólo espero que algún día las chicas también reconozcan sin pudor y sin miedo que se fijan en el bulto y en el culo de los hombres.

26 de septiembre de 2015

DESPIERTA LA PASIÓN EN TU PAREJA.

Para poder celebrar mañana la publicación número cien en este blog con el texto “Diario de un profesor acosado (4)", he decidido añadir este enlace sobre propuestas para sacar toda la pasión a tu pareja. Creo que son consejos bastante interesantes y que no costará mucho ponerlos en práctica.

http://culturacolectiva.com/12-consejos-para-despertar-el-erotismo-en-tu-pareja/

EL INFIERNO SE TE QUEDARÁ PEQUEÑO.

                                             EL INFIERNO SE TE QUEDARÁ PEQUEÑO.


Perdón por no publicar hoy un relato erótico, pero necesitaba expresar todo esto que viene a continuación. Por favor, los que estuvierais buscando un texto como los otros del blog, no sigáis leyendo, no os quiero hacer perder el tiempo. Si aun así deseáis leerlo, adelante. Mañana publicaré mi siguiente relato, “Diario de un profesor acosado (4)”.


El infierno se te quedará pequeño.

¡Feliz cumpleaños, don perfecto! ¿O tal vez debería llamarte don machista? ¿A lo mejor don borracho? ¿Don soberbio? ¿Don imprudente?….

¡No sé, tengo tantos nombres para elegir que no me decido! Hoy es tu cumpleaños y, aunque no creo que llegues nunca a leer este texto, al menos me voy a dar la satisfacción de escribirte estas líneas en un día tan especial para ti. Tú jamás has tenido miramiento por los demás y has arruinado planes, así que probarás un poco de tu propia medicina.

En la Tierra hay personas excelentes, nobles, buenas. Hay otras regulares. Algunas malas. Y luego, al final del eslabón, estás tú. Sé que a veces tratas de enmascarar tu forma de ser teniendo gestos y detalles amables, pero no te duran ni un segundo. Tu condición real no la puedes disimular.
Necesitaría horas para describir con detalle cómo eres, pero no pienso dedicarte mucho tiempo, sólo el necesario para dejar constancia de tu forma de ser.

Hoy la gota ya ha colmado el vaso. Me despedí ayer de mi novia dejándola en un acto que, en teoría no iba a durar mucho. Cuando desperté esta mañana muy temprano y le puse un mensaje, me escribió desde tu camioneta, diciéndome que había surgido un viaje imprevisto por culpa de dos borrachas que habían estado en el acto. Se encontraba en plena madrugada en medio de la autopista, en un viaje que no había querido hacer pero que entre todos la obligasteis. Ella ni siquiera tenía que conducir. Sólo iba de acompañante, sin más, en lugar de poder estar tranquilamente en casa y descansar, que falta le hace.
Siempre actúas igual: cuando quieres imponer tus ideas o que algo se haga como tú quieres, pones malas caras, malos gestos, utilizas palabras miserables para hacer que las otras personas se sientan culpables (¿culpables de qué?) y tengan que aceptar a desgana lo que tú propones e impones.

No conoces las palabras “respeto” ni “prudencia”. No te las debieron enseñar en el colegio ni tampoco tus padres. ¡Qué pena! Un hombre ya tan adulto como tú, que se cree todopoderoso, en continua posesión de la verdad, tocado por la gracia divina y, sin embargo, desconoce esas palabras.
¿Sabes? A mí no me das miedo. Ya puedes medir tus dos metros, ser fortachón, ya puede uno de tus brazos equivaler a los dos míos que no me vas a dar miedo. Ni, por supuesto, me vas a embaucar con tu palabrería de farsante. Te tengo muy calado y sé perfectamente el tipo de persona que eres. Voy a respetar, aunque me duela, a quienes se sientan abducidos por ti. Pero a mí no me la das.
Detecté hace muchísimo tiempo cómo eres y ahora ha llegado el momento de enumerar algunas de tus “increíbles” y “extraordinarias” cualidades.

1. MACHISTA.

De libro, de auténtico manual. Haciéndote el interesante entre varias mujeres a la vez, gozando al ver cómo ellas rivalizan entre sí por ti, cómo se perfuman, lucen generosos escotes y se maquillan de forma especial para atraer tu atención. En ese aspecto sé que no eres el único culpable. Esas mujeres también tienen su parte de culpa por rebajarse de esa manera, por no tener ni personalidad ni dignidad. Pero, claro, tú disfrutas viendo todo ese ambiente, porque así alimentas tu “ego” de macho.

2. INTOLERANTE.

No consientes que nadie vea o viva la vida de manera diferente a ti. Ni que nadie tenga otros hábitos u otras costumbres. Tú impones las tuyas y lo demás no existe.  Si alguien se atreve por casualidad a desafiarte lo más mínimo, lo ridiculizas delante de los otros que estén presentes. Hoy, por ejemplo, has reñido a mi diosa por el hecho de usar el móvil mientras iba en tu camioneta. ¿Pero quién diablos te has creído que eres? No eres su padre (ya te gustaría ser el padre de la mejor persona que existe, pero ese mérito es de otro hombre), ni siquiera eres un familiar carnal.

3. SOBERBIO.

Siempre tienes que llevar la razón. No admites nada. Impones tu ley, la única que crees que existe y nadie, por miedo, se atreve a rechistar. Te da igual organizar un evento, regresar a altas horas de la madrugada y poner un ensayo para la mañana siguiente temprano, sin apenas descanso de por medio. ¿Cuántas veces lo has hecho? ¿No se te cae la cara de vergüenza?

4. EGÓLATRA.

Te encanta ser el protagonista, atraer las miradas, presumir ante los demás. Y lo malo es que te atribuyes méritos que ni siquiera te corresponden. El hecho de que mi novia cante como los ángeles y toque la mandolina como nadie es producto de su esfuerzo y de su talento. He llegado a escuchar varios duetos contigo y destrozas por completo las canciones, porque no sabes cantar. Así que méritos, los justos.

5. BORRACHO.

Le das a todos los palos: tequila, vodka, vino….todo lo que se te ponga por delante o lo que tú saques. Lo haces a cualquier hora y bajo cualquier pretexto. Ayer celebraste por adelantado tu cumpleaños y bebiste. Estoy seguro que hoy volverás a hacerlo y mañana sábado, que supongo que organizarás un ensayo, volverás a beber de todo con la excusa de festejar tu aniversario con quienes ensayan. Me apuesto lo que quieras a que será así y que sacarás alguna o varias botellas para beber y que incitarás a hacerlo a quienes no lo deseen poniendo mala cara y acosando con palabras.
Tu cuerpo tiene que estar por dentro hecho un desastre, al igual que tus neuronas, debido al alcohol.

6. TEMERARIO.

Está relacionado con lo anterior. Eres un imprudente y te voy a decir muy claro el motivo: conduces después de haber ingerido alcohol. A veces, como ayer, sigues consumiendo mientras está al volante. ¿En qué piensas, estúpido? ¿No te das cuenta de que vas con más personas en el vehículo? ¿No comprendes que puedes acabar con sus vidas en décimas de segundo? ¿o dejarlas sufriendo toda la vida postradas en una cama o en una silla de ruedas? ¿No eres consciente de que puedes matar a cualquier inocente que se cruce contigo en la carretera? Y no me vengas con justificaciones como “yo controlo”, “no pasa nada por unas copas”, “estoy acostumbrado a beber y no me afecta”….
Deseo con todas mis fuerzas que algún día te pare la policía y te haga un control de alcoholemia: espero que te pongan una gran multa, que te retiren el carnet de conducir y, si es posible, que te encierren por una temporada en un centro penitenciario por tu enorme temeridad e incumplimiento de la ley.
Ni te imaginas la desazón que se me queda, la preocupación con la que me duermo las noches en las que sé que mi novia va de viaje en tu coche y que no se niega a subirse por miedo a tu reacción y por no enfadarte.

Ya termino, don perfecto. De momento y por hoy, porque te voy a seguir vigilando y porque a mí no me engañas. Y si algo es blanco, es blanco por mucho que tú quieras imponer que sea negro. Y porque, si se te ocurre en uno de tus delirios decir que hay que saltar por un  barranco, por supuesto que no habrá que hacerlo. Hazlo tú solito, a ver qué te ocurre.
Tu mente no funciona, has perdido la cabeza. Debe ser el alcohol y, tal vez, las drogas que tomaste cuando eras un joven rockero. Ya no tienes remedio, pero por si acaso te dejo esta canción para que veas los efectos que puede tener el alcohol en las personas.


https://www.youtube.com/watch?v=PWHk8idAiw4



Mientras tanto seguiré pidiendo a Dios, al bueno, al de verdad, que proteja a mi novia de tus locuras, porque si un día le llegara a pasar algo por tu culpa, el infierno se te quedará pequeño.



25 de septiembre de 2015

El coño, ¿depilado o poblado?

¿Cómo resulta más excitante un coño? ¿Depilado o con vello?

Mi respuesta es: como prefiera mi chica.

Como ella lo quiera llevar, me parecerá perfecto. A mí, además me gusta de las dos maneras. Depilado ofrece un aspecto de suavidad increíble y se puede observar mejor todo lo que sucede en él y alrededor de él cuando tenemos sexo. Dan ganas de lamerlo, chuparlo y restregar la boca sobre él.


Sin depilar y con vello le otorga un aspecto salvaje que me calienta en cuanto lo veo. Tengo que confesar que en las ocasiones en que lo lleva así, lo que deseo es tener sexo duro con mi novia. No parar, hacerlo una y otra vez.

De forma que, decida ella levarlo de la manera que sea, me va a encantar por uno u otro motivo.

He dado con un artículo interesante sobre la evolución de la depilación del sexo femenino. Me ha sorprendido que un periódico tan conservador y de mentalidad anticuada lo publique.

Aquí dejo el enlace.


http://www.abc.es/estilo/belleza/20150324/abci-depilacion-intima-evolucion-decadas-201503201527.html


Hoy seré malo y voy a dedicarle de forma irónica esta publicación a todos esos machistas que andan sueltos por ahí y que le imponen a su novia o esposa cómo deben llevarlo, o la ropa que deben ponerse o el color de pelo. Y también a ti, hombre de casi dos metros, machista de manual, que con tus palabritas, labia, gestos y engaños atraes a muchas mujeres a la vez y te sientes feliz y el centro del universo por verte rodeado de esas pobres mujeres que sin dignidad alguna luchan entre ellas por ver quién capta tu atención no dudando en usar cualquier tipo de artimaña (perfumes, maquillaje, escotes generosos...) vendiendo casi su cuerpo en el intento. ¿No se te cae la cara de vergüenza de comportarte así con las mujeres? ¿Tanto te divierte jugar con ellas y luego darles calabazas cuando la cosa se pone más seria?
Menos beber tequilas y hacerse el macho y más educación.

22 de septiembre de 2015

CON EL DILDO EN LA PLAYA.

                                     CON EL DILDO EN LA PLAYA.


Día 21 de septiembre. Cielo cubierto por un manto de blancas nubes. Supongo que la playa estará prácticamente desierta, así que hoy incluyo en mi mochila un objeto especial. Me dirijo hacia allí y al llegar, mientras camino por las tablas de madera que te llevan casi hasta la orilla del mar, confirmo lo que había pensado un rato antes: no hay nadie tumbado en la arena ni bañándose. Sólo algún paseante por la orilla y poco más.




Ando unos veinte minutos por la arena húmeda y dura y me alejo de la zona de playa más cercana al pueblo. Poco a poco el paisaje se va convirtiendo en virgen. Nada de edificaciones cercanas ni de ruido de tráfico. Calma y silencio absoluto. Únicamente están el mar. La arena, el cielo y algunos arbustos que quedan a mi izquierda conforme camino. En esa zona ya ni siquiera aparecen los caminantes. Avanzo unos centenares de metros más y decido al fin detenerme. He elegido un buen sitio: justo allí los arbustos invaden un poco la arena como si estuvieran besándola o lamiéndola. Protegido por detrás por el espeso ramaje de dichos arbustos y con el agua marina a escasos metros delante de mí, me siento sobre la arena fina, suave y dorada. Me quito las zapatillas deportivas y me despojo de mi camiseta roja, dejando mi torso desnudo al descubierto. Unos tímidos rayos de sol luchan con afán por abrirse paso entre la capa de níveas nubes.

Abro la cremallera principal de la mochila guardo mi camiseta dentro y busco, palpando con la mano, ese objeto tan especial que hay en el interior hasta dar con él. Como si fuera el más preciado de los tesoros, lo extraigo cuidadosamente. Ahí aparece ya, azul, alargado, con varios salientes curvilíneos. Es un dildo, mi dildo. El que me desvirgó el culo no hace mucho a manos de mi novia a la que le permití satisfacer una de sus fantasías, el que ese día casi logró que me corriese sin tener que estimular mi verga por el placer infinito que me estaba proporcionando. Ése con el que, con mi chica como testigo, en múltiples ocasiones he masajeado y rozado mi miembro empleando los distintos niveles de vibración que tiene el objeto. Justo ese dildo que tanto disfrute me ha proporcionado, nos ha proporcionado, hacía hoy su presentación en público.



Ahí me encuentro en la playa con mi juguete en la mano, en plena naturaleza y cubierto sólo por un bañador azul oscuro. Me lo coloco entre las rodillas y con la mano izquierda empiezo a recorrerlo desde la punta hasta la base. Juego con él, lo empujo con mi dedo, lo agito como si fuera mi polla.

Me levanto y me acerco al agua, hoy algo más fría y cristalina de lo habitual. Comienzo a acariciar el juguete con mis dedos, a tocarlo lentamente sintiendo su textura. Empiezo a excitarme y mi mente echa a volar: imagino que es la mano de mi novia la que toca no el dildo, sino mi propia polla. Siento entonces que bajo el bañador se pone a palpitar como si tuviera un corazón propio. Con cada bombeo me doy cuenta de que se extiende y se agranda más, centímetro a centímetro. Ya está tieso y se me marca en el short de baño. Una gaviota que cruza el cielo es fiel y silencioso testigo  de la situación, al igual que la pequeñas olas del mar que, al romper en la orilla, aportan una relajante banda sonora.



Continúo magreando el juguete y fantaseando con las delicadas pero ardientes y eficaces manos de mi novia. Estoy totalmente empalmado y mi polla se encuentra firme y tiesa con sus más de diecisiete centímetros alzados como el mástil de una bandera. De repente a lo lejos y por mi izquierda distingo las siluetas de tres mujeres. Caminan por la orilla en mi dirección. Todavía están lejos, así que prosigo pero esta vez me sobo todo mi paquete sobre el bañador. No tarda en aparecer sobre la prenda una mancha por culpa de mi calentón. Lo siento rico y delicioso. Durante unos minutos no ceso en esos movimientos que agrandan mi excitación. Vuelvo a pensar en mi chica, en que está aquí conmigo en la playa y en que son sus manos las que ahora se cuelan por dentro del bañador intentando contactar directamente con mi polla y con mis peluditas bolas.

Pero las tres mujeres siguen acercándose cada vez más y creo que es mejor parar antes de que me pillen haciendo eso. No quiero montar un pequeño espectáculo. Dejo de palpar mi pene y mi bulto pero no guardo el dildo: hoy es día de atrevimiento y quiero ver las caritas que se les quedan a esas féminas cuando pasen por mi lado y contemplen el juguete erótico. Retomaré más tarde mis tocamientos íntimos. La pequeña distancia a la que se encuentran las tres me permite ya distinguir que se trata de chicas jóvenes, entorno a los veinte años, no más. Espero que no se asusten. Las tres traen un bikini negro que las hace casi idénticas. El viento que sopla hacia mí hace que pueda oír las voces de las chicas. Son extranjeras, de eso no hay duda. Pero el idioma no me es familiar. Debe de ser de la zona nórdica de Europa. Ya están a escasos metros de mí y, sorprendentemente, me encuentro tranquilo, esperando con el dildo en la mano derecha la reacción de las jóvenes. Vienen en paralelo y la primera que se da cuenta de lo que agarro en la mano es la que va en el centro.



 Mira primero de refilón, luego una segunda vez con mucho descaro. Después de un inicial gesto de sorpresa, dibuja una sonrisa en su rostro. No parece molesta por lo que acaba de ver, ni mucho menos. Las otras dos extranjeras no tardan mucho más en percatarse del juguete y compruebo cómo la que camina en el extremo más alejado de mí se muerde tímidamente el labio inferior con los dientes superiores. Noto que acortan  ligeramente los pasos para poder mirar más el dildo. Me sobrepasan y comienzan a alejarse de mi posición. Casi al unísono giran las tres la cabeza y cuchichean algo entre ellas de forma pícara y haciendo una de las chicas gestos con las manos tratando de reproducir el tamaño del juguete. Finalmente se distancian y se pierden de mi vista. Quién sabe lo que les puede provocar más tarde en su alojamiento el recuerdo del dildo. ¿Juegos entre ellas tal vez?




Es momento de retomar mis tocamientos tras la interrupción. Necesito más, centrarme por completo en mi polla. He sobrepasado el límite y sé que ya no hay marcha atrás, que necesito masturbarme hasta el final. Miro hacia ambos lados para asegurarme bien de que no se aproxima nadie y de que no tendré que parar de nuevo. Me bajo el bañador por completo y me deshago de él sacándolo por los pies y dejándolo sobre la arena. Mi verga sigue tiesa y empiezo a machacarla, primero algo suave, luego cada vez más intensa y enérgicamente. Estoy totalmente desnudo, en pelotas, al aire libre y la leve brisa marina golpea con suavidad mi piel bronceada.
Acelero todavía más  hasta dejar mi glande al descubierto, fuera del prepucio. Brilla enormemente por lo mojado que se encuentra y por los rayos de sol que caen sobre él. Acaricio el glande, lo aprieto, lo rozo con la yema de mis dedos y lo agito empapando por completo la palma de mi mano. Siento un gran e intenso placer y comienzo a jadear y a gemir. Veo cómo pequeñas burbujitas salen del agujero del glande pringando aun más mi mano. No debo perder más tiempo. No puedo arriesgarme a que aparezca alguien y tenga que cortar precipitadamente. Porque entonces sería eso o correrme casi delante de quien sea. Vuelvo a incrementar el ritmo mientras contemplo las verdes y gruesas venas que se marcan sobre la estirada y tensa piel de mi polla. Mis testículos se bambolean sin control en todas las direcciones debido a la rapidez de mis movimientos manuales.
Siento que ya no voy a aguantar mucho más: comienzo a notar en mi bajo vientre espasmos y cómo mis bolas hinchadas están apunto de explotar. Machaco violentamente mi pene una, dos, tres, cuatro veces más hasta que un enorme e interminable chorro de leche blanca sale disparado e impacta sobre la arena que lo absorbe y lo chupa sedienta. Varios chorros más siguen luego al primero y, por último, gotas aisladas de semen caen débiles a la arena anunciando el final de la eyaculación.


Estoy empapado en sudor y decido caminar hacia el mar para bañarme. Toda mi piel desnuda va entrando progresivamente en contacto con el agua: los pies, los tobillos, las tibias, mis fuertes muslos, mi polla aún tiesa pero que poco a poco comienza a relajarse, mis duras y firmes nalgas, mi cintura…hasta que me zambullo en el mar sin esperar más y tratando de enfriar por un rato el ardor que se apodera continuamente de mi cuerpo.





11 de septiembre de 2015

SEXO Y ZODÍACO.

Falta poco para la publicación de mi próximo relato. Además ya he comenzado a trabajar en otro más. Parece que mi mente está inspirada estos últimos días.  Y es que he tenido un estímulo muy especial, un estímulo de cierta divinidad azteca.

Pero hoy quiero dejar este enlace.Trata sobre cómo excitar a un hombre según su signo zodiacal. Debo reconocer una cosa: han acertado de pleno conmigo, con mi signo. Justo así soy yo, de esa forma siento el sexo y así lo concibo. ¿Que cuál es mi signo? Esa incógnita no la voy a despejar, pero sale muy bien parado. Sólo doy esa pista. Espero que hayan acertado también con los demás.

¿Comprendes ahora, mi diosa, por qué siempre ando pensando en sexo? Soy inocente. Es cuestión de haber nacido bajo ese signo que tú sabes.

¡Ummmm...cómo se te marcan hoy los pezones en esa camiseta del equipo nacional mexicano de fútbol!

http://www.mujerdeelite.com/articulos/1808/descubre-como-excitar-a-tu-chico-segun-su-signo-del-zodiaco



6 de septiembre de 2015

PROPUESTA PARA LA DIOSA: SEXO 30 DÍAS.

Como en el deporte, aquí en el sexo hay que ir poco a poco. Ya llegaremos más adelante a los 365 días (como se refleja en el artículo).


De momento sería bueno comezar con un nivel medio-bajo: un mes teniendo sexo a diario, una vez al día. Sin excusas de ningún tipo, sin “me duele la cabeza", “estoy cansad@"...
Si un día no hay mucho tiempo libre, se practica sexo rápido e intenso; si hay tiempo de sobra, sexo apasionado, con sus preliminares, la pasión desatada...



Te lanzo esta propuesta, diosa: ¿estás dispuesta a tener sexo conmigo 30 días sin saltarnos ninguna jornada? Espero tu respuesta para ”firmar” las condiciones exactas.



Te deseo y te amo, con todas mis fuerzas.

2 de septiembre de 2015

LA DISEÑADORA SE MASTURBÓ.

Al final has cofesado: unos minutos antes de empezar con esa ocupación del día 1, me lo has reconocido. Has estado todo el día ardiendo, desde que te despertaste. No has encontrado explicación, pero sabes que es por el juego de la lencería de la noche anterior. Me has dicho que sentiste la necesidad de ir a comprar la tela para confeccionar algo, aún no sabes qué será y andas mirando modelos que te sirvan de inspiración.

Me has comentado que te duele el coño de lo excitada que estás hoy. Eso me gusta. Ya somos dos. Me he masturbado en la ducha, mientras tú comías antes de empezar con tu actividad. Me he corrido delicioso pensando en ti. Pero al salir de la ducha me he encontrado con una sorpresa. Después de comer no has aguantado más. Llevabas tu dildo en el bolso, te has encerrado en la oficina antes de que llegaran los demás y te has masturbado tú también. Me has mandado varias imágenes: ¡cómo relucía el dildo por tu humedad! ¡Tú coño estaba manchado de flujo blanco! Los jeans aparecían tirados, quitados en plena desesperación. Ummm...ver todo eso y sentirte descontrolada me vuelve loco. Dos veces te has corrido y porque iba a comenzar tu actividad y has tenido que parar, si no hubiera sido alguna más.

- No sé que me pasa hoy. Hacía tiempo que no me encontraba tan excitada y durante todo el día. No me puedo controlar- me has confesado justo antes de, ya sí, comenzar con tu asunto.

Supongo que en una pausa me has enviado imágenes de modelos de lencería para que te ayude a elegir cuál vas a diseñar, en cuál te vas a inspirar. ¿Sabes que estaba haciendo yo en ese momento? Masturbarme, tocarme, agitarme toda la polla fantaseando con verte pronto con tu modelito. He manchado la cama de semen, todo huele a sexo. Tú, mi diosa diseñadora, también deberías seguir luego. Si quieres, antes de que me vaya a trabajar. Puedes empezar tú y luego yo te dejo llena de leche.

He encontrado más modelos en esta página. Sólo de pensarte con esas prendas puestas se me pone otra vez dura.
http://tienda.sensualplanet.es/Lenceria


¿Te imaginas con algo así?





LA DISEÑADORA DE LENCERÍA.

                                         LA DISEÑADORA DE LENCERÍA ERÓTICA.


Ayer, mientras charlábamos, salió el tema de la lencería. Habías estado poniendo orden en tus cajones: me enseñaste el que contiene todos tus juguetes eróticos, tan bien colocados ahora, con ese enorme dildo que destaca sobre el resto. Y me mostraste también el de tu ropa íntima: ni un solo sujetador (hace tiempo que dejaste de usarlos), únicamente varias braguitas y tangas. No sueles ponerte, pero guardas algunas para momentos concretos o especiales. Dos rojas de encaje, otra celeste, un tanga blanco….Todas ellas han formado parte de nuestros juegos, pero me encantó que me contaras de forma breve la historia de ese tanguita blanco. Ayer me confesaste que había sido un obsequio de mi suegra. Justo ese tanga, que una vez usaste para hacerme un striptease, el mismo tanga con el que hice que te masturbaras en otra ocasión antes de follarte entera, precisamente ése había sido un regalo de mi suegra. Me dio mucho morbo saberlo, conocer que ella te compró esa prenda tan sexy.

En medio de nuestra charla te puse una pega: sí, esas braguitas eran muy sensuales, con transparencias, encaje, colores provocativos…pero eran todas compradas en el centro comercial o en el supermercado. No había ninguna que fuera 100% erótica o pornográfica, ninguna había sido adquirida en un sexshop. Me dijiste que equivalían a mis bóxers, a ésos ceñidos y coloridos que tanto te excitan y que, incluso, se parecían en cuanto a la transparencia del celeste que tengo. Ahí tenías razón, pero había una gran diferencia: el celeste al que hacías mención tiene además un agujero por delante para encajar mi polla y que quede resaltada. Además, lo había adquirido en un sexshop, al igual que el rojo con cremallera delantera y que me forma también un buen bulto.

Era evidente que habías perdido en la comparación. Te había pillado y no tenías escapatoria. Trataste aun así de convencerme resaltando las características de tus braguitas y de lo que las habíamos disfrutado jugando con ellas, pero no cedí.

- Cuando tengas unas que hayas comprado en un sexshop, entonces hablamos y comparamos de verdad- te dije.

Comencé a mostrarte imágenes de catálogos de lencería de tiendas eróticas online para que vieras que yo tenía razón. Te enseñé prendas muy excitantes: tangas con abertura delantera, bodys también con un agujero en la parte del coño y otro en la del culo para que queden libres y puedan ser follados con la prenda puesta, otros modelos de tanga cuya parte frontal era únicamente una tira de perlas que se encajaban en el sexo y hacían en cierta forma los efectos de unas bolas chinas….

Ya me conoces, me estaba poniendo muy caliente tan sólo con imaginarte con esa lencería. Tu cuerpo de diosa con esas prendas debe ser algo prohibido por las consecuencias que puede tener. Pregúntaselo a mi polla: se puso inmediatamente dura, empalmada, gorda, hinchada, con esas enormes venas dibujadas sobre la tensa piel y en la punta asomaban las primeras gotas de flujo, cuyo olor empezaba a penetrar por mi nariz.

Así me tuve que dormir, mientras tú te ponías a trabajar un rato. Había un diseño que debías entregar y urgía. Traviesa. Te encanta dejarme a veces con el calentón en mi cuerpo y en mi mente.

Hoy, cuando has regresado a casa, venías cargada con unas bolsas. Habías hecho unas compras. Yo estaba corrigiendo ejercicios de los alumnos y, después de besarnos, me insististe en las compras realizadas. Sé que otras veces me muestras tus adquisiciones, sean de cosas para tu trabajo, libros, etc., pero tanta insistencia comenzó a despertar en mí cierta “sospecha”. Algo estabas tramando.

- Mira, amor, he comprado unas telas- me comentaste alegre y sonriente.

Me sorprendí, pues no sabía para qué las querías exactamente. Pero al mirarlas mejor, me di cuenta de que además de blancas, suaves al tacto y muy finas, tenían también encaje. Inmediatamente se me vino a la mente la conversación de la noche anterior sobre lencería. Pero como tú siempre me dices en broma que pienso continuamente en sexo, no me quise hacer muchas ilusiones. Sin embargo, comenzaste con las ironías y las indirectas y yo te seguí el juego.

- Ummm, me haré una funda para mi PC, o tal vez para guardar mis juguetes sexuales. Quedarán muy bien guardados dentro- me dijiste.

La cosa subía de tono y se acercaba a lo que yo había sospechado.

- ¿Vas a desperdiciar una tela tan delicada para hacer eso? Esa tela es digna de estar sobre un lugar mejor, sobre un sitio especial: tu cuerpo, tu piel- te indiqué poniendo mis cartas boca arriba.

-¡Ohhhh! ¿Ya estás con los pensamientos perversos? Ummm, no sé, no sé…para la PC queda muy bien.

- Quedará mejor si diseñas una prenda para tu cuerpo y le haces un par de rajas, una por delante, otra por detrás. Eso sería aprovechar bien esa magnífica tela- te comenté.

- No soy tan experta para hacer eso. La funda es más facilita.

- ¿Qué quieres, torturarme? ¿Que te suplique?

- ¿Yo? Soy inocente. Sólo fui a comprar unas telas y tal vez mañana o pasado vaya a comprar otra igual pero en negro. Quiero hacerme una bata parecida a la china que ya tengo.

- ¿Ves? ¡Tenía razón! La has comprado para lencería- te dije.

- No, amor, esa es la negra. Y será para una bata. La blanca la usaré para la funda de la PC- comentaste mientras sonreías pícaramente y disfrutabas con el jueguecito al que me estabas sometiendo. Después añadiste:

- Eso sí, si me sobra algún pedacito, tal vez pueda intentar diseñar alguna cosita para el cuerpo de tu diosa. Con un poco de tela será más que suficiente, ¿no crees?

- Con muy poca tela, cuanto menos, mejor- te respondí.

- ¿Sabes? He visto también una tela tricolor con los colores de mi país. No sé, podía comprar también algo de esa tela…..- sugeriste esperando mi reacción.

- Como seas capaz de diseñar algo íntimo con los colores de México, te aseguro que vas a tener una noche a la española, a lo andaluza. Se van a oír los gritos por todas partes.

- Ummmm sí…El día 16 es nuestra fiesta nacional. La madrugada del 15 al 16 es el Grito de la Independencia. ¡Vaya! No parece mala idea, si es a ese grito al que te refieres.

- Me refiero a ése y a los gemidos tuyos y míos que se escucharán como te pongas algo con los colores mexicanos. Ya te follé con la camiseta del combinado de fútbol de tu país puesta, ¿te acuerdas? ¿Recuerdas cómo te bajé los jeans de un tirón y dejé al descubierto tu sexo? ¿Cómo te dejé la camiseta puesta mientras te penetraba el ano? ¿Y cómo te taladré el coño mientras metía bajo tu camiseta mis manos y tocaba tus pechos desnudos? ¿Y cómo chorreaste y te measte de placer mojándolo todo? ¿Y cómo acabé eyaculando en tu coño y echando la última descarga en tu camiseta? Me excita ver en tu cuerpo los colores mexicanos.

En tu cara vi deseo, tú también te habías calentado y estabas ardiendo.

- Creo que tu diseñadora va a desempolvar los lápices de colores y a hacer unos diseños. Se acerca el día 16. No queremos que se nos pase la fecha, ¿verdad?

Sé que me toca esperar. Ansiedad, impaciencia, pensamientos perversos, deseo, todo eso se acumulará durante estos días. Pero ahora es hora de la ducha. Desnudez, agua, calentura….combinación explosiva.
Y tú tienes la ocupación de todos los días 1 de cada mes. Sabes que mientras te encuentres ocupada te sonará el móvil. Tu ardiente y sensual novio habrá vuelto a publicar en el blog. ¿Ya te ha sonado, verdad?